5ta. entrega de esta serie que apunta a evocar algunos aspectos del aprendizaje de la profesión, o anécdotas que nos brindan directamente los artistas de su experiencia de vida y laboral.Hoy escribe especialmente para Rebrote, Enrique "Quique" Alcatena, el extraordinario historietista e ilustrador argentino.
Página
inicial de
"Mi Nombre entre los Bár-baros"
"Conocí a Lucho Olivera en el ’75, en el estudio de Chiche Medrano, de quien yo era ayudante. Al principio yo no sabía quién era ese hombre alto y atildado, de traje, de voz profunda. Uno de los tantos amigos de Chiche, que solían visitarlo en el viejo edificio de la Calle Perú, y que se quedaban horas charlando y tomando café: esa fue mi conclusión. Pero entonces el peculiar personaje –porque era peculiar, entrañablemente peculiar- desenrrolló un hato de páginas que llevaba bajo el brazo, y se las mostró a Chiche. Yo estiré el cuello desde mi tablero para ver de qué se trataba (ayer, como hoy, me deleita mirar originales), y fue entonces que supe, inmediatamente, sin que nadie tuviera que soplarme, quién era el recién llegado. Era ÉL, uno de mis ídolos indiscutibles del dibujo, al que descubrí para siempre a los doce, trece años, y cuyo sumerio andariego me había deslumbrado ( me deslumbra aún). Con timidez le pregunté si, por casualidad, en una de esas, tal vez, era ÉL, y me dijo que sí. Me respondió con un poco de timidez también, porque era de esos grandes que nunca “se la creyó”. Los originales que, emocionado, tuve entre mis manos, eran de una historieta con guión de Grassi, que luego editaría Récord: “Persona” creo que se llamaba, o al menos así se llamaba el protagonista, con doble “n”, en latín. Y allí comenzó mi trato con el querido Lucho, que duró hasta su muerte, que todavía me duele.
Hablábamos mucho cuando visitaba a Chiche, de dibujo, de historia, de ciencia ficción. Charlas que luego se prolongaron en bares por todo Buenos Aires, cuando yo dejé de trabajar con Medrano. Recuerdo particularmente una, en el bar de la Galería del Este, en la calle Florida, a la que se sumó alguien que pasaba por ahí, conocido de Lucho: Federico Peralta Ramos. Recuerdo también muchas tardes en su departamento de la calle Austria, mirando libros de ilustraciones, sus originales... Cada una de esas reuniones ha quedado fija en la memoria y el sentimiento, porque , más allá de ser un gran artista, Lucho era una persona buena y querible.
Los últimos tiempos no fueron fáciles para él. El trabajo de historietista es inseguro, sujeto a vaivenes que muchas veces nada tienen que ver con la calidad de la obra. A lo mejor, en otras latitudes, en otras circunstancias, Lucho no hubiera sentido la zozobra ante el futuro incierto que solía preocuparle. Y a eso hay que sumarle el acoso de la enfermedad que poco a poco iba minando su energía, y que disimulaba con entereza. Ya hace unos años que Lucho se fue, pero no me acostumbro a su ausencia. Por alguna extraña razón, que tal vez tenga que ver con mi propia negación, a veces me sorprendo pensando que nos vamos a cruzar otra vez a tomar un café el día de entrega, o que toco el timbre de su departamento para decirle que baje y nos vayamos a algún bar de Las Heras. Tal vez esto es así porque muchas veces se asoma su trazo en el mío...
Basta de escribir. Te extraño, Lucho".
Hablábamos mucho cuando visitaba a Chiche, de dibujo, de historia, de ciencia ficción. Charlas que luego se prolongaron en bares por todo Buenos Aires, cuando yo dejé de trabajar con Medrano. Recuerdo particularmente una, en el bar de la Galería del Este, en la calle Florida, a la que se sumó alguien que pasaba por ahí, conocido de Lucho: Federico Peralta Ramos. Recuerdo también muchas tardes en su departamento de la calle Austria, mirando libros de ilustraciones, sus originales... Cada una de esas reuniones ha quedado fija en la memoria y el sentimiento, porque , más allá de ser un gran artista, Lucho era una persona buena y querible.
Los últimos tiempos no fueron fáciles para él. El trabajo de historietista es inseguro, sujeto a vaivenes que muchas veces nada tienen que ver con la calidad de la obra. A lo mejor, en otras latitudes, en otras circunstancias, Lucho no hubiera sentido la zozobra ante el futuro incierto que solía preocuparle. Y a eso hay que sumarle el acoso de la enfermedad que poco a poco iba minando su energía, y que disimulaba con entereza. Ya hace unos años que Lucho se fue, pero no me acostumbro a su ausencia. Por alguna extraña razón, que tal vez tenga que ver con mi propia negación, a veces me sorprendo pensando que nos vamos a cruzar otra vez a tomar un café el día de entrega, o que toco el timbre de su departamento para decirle que baje y nos vayamos a algún bar de Las Heras. Tal vez esto es así porque muchas veces se asoma su trazo en el mío...
Basta de escribir. Te extraño, Lucho".
Quique Alcatena.
"Babel", es uno de los libros de Alcatena que se consiguen en el país, donde puede apreciarse además de su talento como dibujante sus extraordinarias condiciones de escritor al describir a modo de "apuntes", distintas facetas de la actividad profesional, influencias,etc. Un libro más que recomendado por Rebrote.
Los fotogramas donde se ve a Lucho Olivera pertenecen al video de Rebrote filmado pocos meses antes del fallecimiento del Maestro, por Felipe R. Ávila y editado por el colaborador del grupo, el videasta Horacio Batlle. Video que esperamos subir en breve junto a otros documentos fílmicos de guionistas y dibujantes.
Nota 1: Los subrayados en la nota escrita por Quique Alcatena, son mios (F. R.A.)
Nota 2: La página inicial de "Mi nombre entre los bárbaros" fue elegida por Enrique Alcatena para ilustrar esta nota. Y fue conseguida al instante por gentileza del señor Rubén Ribeiro, del grupo llamado "Woodiana": woodiana@gruposyahoo.com.ar
Nota 2: La página inicial de "Mi nombre entre los bárbaros" fue elegida por Enrique Alcatena para ilustrar esta nota. Y fue conseguida al instante por gentileza del señor Rubén Ribeiro, del grupo llamado "Woodiana": woodiana@gruposyahoo.com.ar