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lunes, 26 de octubre de 2009

☼ El Barrio de la Historieta


Existe, aunque nadie pareciera estar interesado en querer comprobar su existencia. Es - o sería - un barrio ubicado en algún suburbio de alguna gran ciudad como tantas de esas que podríamos llegar a imaginar, sino conocer. Existe sí, y es un barrio especial, este barrio del que intento hablarles. Algunos han intentado delimitar su extensión, clarificar sus dimensiones, mensurar su contenido. Unos divagantes imaginan que en las calles florecen kioscos de revistas que ofrecen por una moneda lo que usted esté buscando. Calles repletas de “canjes de revistas viejas” o su nueva versión: las “comiquerías”, pero sin tanto muñeco de plástico y sí con mucha más lectura. Delirio de la imaginación, no es así el barrio. Aunque ¿quiénes pueden decir cómo es en realidad?
Lo que se sabe con seguridad es que estaría en alguna ciudad cercana, muy cercana a la emoción de cualquier persona que intentara ubicarla.
Funciona así: en el principio, las cosas debieron ser nombradas para que luego existieran. Por lo tanto, cada vez que alguien - un alguien cualquiera y posiblemente diminuto - piensa en algo nuevo, eso es nombrado y entonces comienza a existir. Luego viene lo mejor, o peor, según quien lo mire. La prueba de Realidad, con mayúscula. Las personas serias son las que constantemente están requiriendo a voces a cada instante y por cualquier tema, la prueba de Realidad. Suelen expresarlo así: “¿Cómo es posible que eso exista?¡Quiero pruebas!” El argumento más común es éste otro: “¿Por qué habría de existir un sitio así en este mundo? ¿Para qué?”. Son considerables cantidades de personas, casi todas muy serias y cortas de imaginación, las que piden estos certificados de existencia. Pero bueno, a veces es dable acceder, aunque sea como un juego, a intentar demostrarles eso. Por eso, por el barrio de la historieta digo, es que hoy estoy tratando de escribir esto, y a mi modo, contarles de su existencia.

De todos modos, no cuesta mucho intentar explicarles a esas personas serias y llenas de dudas ya que el Barrio de la Historieta es un lugar acogedor, memorable y con perfume a recuerdos saludables. Recuerdos, dije bien, porque yo estuve como tantos otros en ese barrio. Ese sitio es un barrio como debe ser, donde no se pierde nada para siempre, donde todo es valioso si alguien le da entidad, si lo amerita. Yo lo he llamado el barrio de la historieta. Es un lugar por el que cuando uno camina siempre atento, claro, encuentra a cada paso valiosos tesoros. Y aquí hay que detenerse un poco: alguna vez alguien debería hacer un mapa total con los tesoros encontrados. No hablo de doblones de oro, de vasijas cretenses hundidas en el mar, aún con restos del vino original, casi convertido en néctar por el tiempo transcurrido. Ni de esas esculturas fabulosas del imperio romano, ni de aquellos barcos rescatados, ni de esas marcas en planos doblados escritas con sangre de piratas…Ni mucho menos del total de valores y dineros de un vulgar banco. Me refiero a otros tesoros. A los de este barrio. Si quiere le cuento. Llevo una especie de bitácora del recorrido por el barrio. Leamos juntos…

“Una vez un tipo, caminando por las cercanías del Shopping Spinetto vio delante suyo, muy cerca, junto a un árbol sin muchas hojas, una pila de revistas. Iba caminando con la mujer y la pequeña hija, era el año –déjeme corroborarlo- ,sí, el año 1994. Ahí estaban. Libros y revistas abandonados. Esa mañana se había despertado con el sueño fresco: caminaba por la calle y encontraba revistas tiradas, las revisaba y había muchas escritas por Oesterheld. Se lo había contado, el tipo, a su hijita, que en ese entonces le llevaba el apunte y le creía lo que él le contaba. Pero el tesoro apilado y abandonado en esa calle no tenía más que algunos libros, no había en realidad revistas. Sólo libros y libros varios. Alguien había muerto y la familia decidió tirarlos, o tal vez la biblioteca había quedado chica y desbordó hacia la calle”.
Libros abandonados en la calle, nada más. Por eso hoy puede anotarse una cruz en el mapa del tesoro encontrado, ahí, en la calle Moreno casi a la altura de Pasco. Aunque la pila, todo hay que decirlo, no tenía las soñadas joyas de Oesterheld. Sólo una cantidad de libros para chicos que uno podía discriminar entre otras cantidades de –simplemente- basura. Pero la pila se podía ver. Algo hubo de ser rescatado, a pesar de las quejas de la mujer, pero no hay anotaciones del rescate en esta bitácora. Distinto es el caso que le sucedió a este mismo tipo, cuando en 1998 salió a las 20:32 de un día de semana en invierno de su departamento. Al cruzar la calle cercana rumbo al supermercado (que ya estaba por cerrar) vio en la puerta de un edificio alto, un volumen vertical: una pila acomodada de lo que parecían revistas. Se vio en la obligación de un examen breve y rápido: un cartonero venía directo a revisar las bolsas y encima esa pila estaba iluminada directamente por la luz de emergencia del frente del edificio. Esas luces que se encienden si uno está cerca. Y el tipo, estaba ahí, de pie, husmeando. Había unas 30 o 40 revistas “Ayer, hoy y mañana” un suplemento del diario La Razón de la década del sesenta. “¿Qué hacer? Cierra el Super y me quedo sin comprar ¿O me quedo a revisar?¿Me llevo todo?” Pensó. No había tiempo. Presuroso el tipo separó dos ejemplares solos, uno sobre los viajes a la luna y otro …(no se lee bien la anotación, pero hubo otro). Y salió casi corriendo a comprar al supermercado lo que le faltaba para la cena.
El mapa del tesoro no puede completarse sin esa madrugada allá por 1981 de la que nadie podría olvidarse. Se lee aquí: “Hacía mucho frío”. Parece que el tipo en cuestión regresaba al cuartel, estaba haciendo el servicio militar y retornaba de franco. Había que llegar temprano. Aún no amanecía y al caminar por la zona de Chacarita, cerca de la estación del tren que lo llevaría hasta Campo de Mayo, el tipo se encontró con otra hermosa cantidad de revistas, parte de un tesoro que se presume más importante. Eran todas revistas de historietas, El Tony, Fantasía y D´artagnan. Algunas estaban mal, otras manchadas por barro, estaban cerca del agua de la alcantarilla, en la calle. Algunas revistas podían leerse y las tapas de Alfredo De la María resplandecían. Con el tesoro en una bolsa de plástico o tal vez dentro del mismo bolso con la ropa para cambiarse, el tipo regresó al cuartel y mas tarde, luego del saludo a la bandera, y todas esas cuestiones, ya de mañana de sol, repartió entre sus compañeros el botín encontrado.
Muchos leyeron historietas entre tanto verde y por un rato parece ser que fueron felices. Estas cosas, por supuesto, pasaron verdaderamente en el barrio de la historieta.
¿Lo conoce usted?

Felipe R. Ávila
(Dedicado a Alejandro Dolina)

10 comentarios:

  1. Cuando la fantasía, imaginación y el deseo de combinan y potencian, nace algo así. Hermoso el texto y una búsqueda que podríamos hacer eterna, colmarnos de pistas, de planos, de anotaciones y un buen día, quizá entre los últimos estertores, darnos cuenta que ese barrio existió siempre dentro del propio corazón.
    Me encantó Felipe, me parece bárbaro que lo dediques al Negro Dolina, uno de los cultores de esos sitios fantásticos que tanta falta nos hacen para sentirnos completos. Como una buena revista historieta en la mano, la creatividad y el talento, nos permite la felicidad.
    Un abrazo!

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  2. precioso texto Felipe!
    si hasta me hiciste emocionar, jaja, que buenas juntas las tuyas eh?
    Parece el BAires misterioso borgeano con tintes de historieta!
    Y la verdad q el homenaje a Dolina pinta como anillo al dedo, todo este texto esta cubierto de un aire mágico muy local, muy cercano...
    Abrazos!

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  3. Felipe, amigo, no lo vas a poder creer pero es así: la segunda revista que tiene en su mano Ale F. (té verde), detrás de la Gunga Din es la D´Artagnan Todo Color número 49 del 17 de enero de 1985. Allí aparece el segundo episodio de Crazy Jack, de Amézaga y Meriggi, mis ídolos en mi adolescencia. Por esa revista, que hoy está algo destruída en mi biblioteca, yo soy dibujante de historietas. Leía con devoción a Crazy y he recorrido viejas comiquerías para encontrar capítulos viejos. Me marcó mucho y torpemente copiaba los dibujos intentando hacer mis primeras historietas, en la escuela primaria, y luego en la secundaria. En paralelo estaba cautivado por el Errante de Lagash, también, pero fue Crazy el personaje que me voló la cabeza, sin dudas. encima, no podía encontrar el primer capítulo, un garrón, pero con la edición del libro que sacó Columba, pude muchos años después despejar mis dudas de cómo comenzaba la historia. Años más tarde conocí a Manuel Morini (el guionista Gustavo Amézaga), un tipazo y un amigo que siempre es bueno encontrar. Y con él estamos preparando algo que pronto verán.
    Un abrazo inmenso y si lo ves a te verde, por favor, contale esta anécdota.
    Hasta pronto.
    Diego Aballay.

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  4. querido Diego Aballay: que interesante anécdota, creo que el amigazo Te verde marciano está anotado en alguno de mis blog, creo que en el dibujos¿lo conocés? Bueno, igual le voy a dar el mensaje y decirle que te escriba si quiere.
    Lo que contás de la revista no hace otra cosa que obligarme a dejar una nueva marca en el mapa: un tesoro nuevo ha aparecido en el barrio de la historieta, disfrazado de revista vieja cuando en realidad, se trata de un hermoso recuerdo que te inició en esta profesión.Un tesoro,diría,notable.
    Un abrazo
    Felipe

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  5. Queridos Neto y amigote españolizado Diego:
    he de mencionarles, no sin apremios, que me ha llegado informes concretos sobre que tanto en Madrid como en vuestra natal ciudad santafesina podrían encontrase callejones y calles cerca de bares llenos de tesoros de historieta, lo que me hace pensar que o bien el Barrio muta, o la extensión final del mismo es más grande que la imaginada, dependiendo claro, del costado emocional del buscador de tesoros.
    Atte:
    Felipe
    (el de la bitácora)

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  6. Me pongo a buscar entonces!
    Estuve sin tiempo y no quise leer por encima la última nota, lo haré en estos días.
    Un abrazo!

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  7. jejeje ya mismo saco la lupa y me voy para el rastrillo de Madrid, que creo que por ahí algo se podrá encontrar...
    jejeje

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  8. D80, si lo hace verá que no es tiempo perdido, al contrario...
    Un abrazo, ¡Buscadores de tesoros!

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  9. Excelente relato. Qué buena referencia esa de que su hijita todavía lo escuchaba y creía lo que le contaba... Me gustó.

    Che, que lindo barrio, ese... Vive el Angel Gris por casualidad?

    Me gustaría entrar a esos lugares donde todavía se vendan historietas de Novaro a 50 centavos y canje de 2x1 o 1x1 + 25cvos!!!

    Una vez estuve en un barrio así. Año 72 o 73, Mar de Ajó, tenía en frente una casa de escalectric (o como m... se escriba) y al lado una casa de revistas viejas. FUE MI MEJOR VERANO!!! Jaja... Porque yo no canjeaba!! compraba!!! Y me enganché en la casa de autos, acomodándolos cuando se iban de pista, para que me dejaran correr algunas carreras grátis.

    Muy buen relato!!!

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  10. Gracias, Sr, Cairo. ¡Pensar que antes había tantos de esos lugares para cambiar revistas, y encontrabas cada ejemplar, cada una!
    Y las casas de Scalectrix (era así?, con aquellas pistas enooooormes. Tengo un pequeño relato sobre eso, verídico, escrito hace mucho, de cuando no podía ir y veia pasar a mis amigos con sus cajas con autos rumbo a la pista. Pura nostalgia.

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