Actualizaciones:

Este Blog te ofrece cada tres días una nueva nota, con material original, escrito y producido en su totalidad por el equipo de Rebrote.



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jueves, 29 de diciembre de 2011

Alfredo De la María ilustrando en Billiken


Alfredo De la María, ilustrador uruguayo que como tantos artistas trabajara para las revistas infantiles de esos años setenta en Argentina. En esta ocasión les traemos una imagen que sirvió para ilustrar una nota de dos páginas en Billiken (*) que nos muestra a un Copérnico concentrado en sus observaciones celestes,pareciera. Es notable esta ilustración por la plasticidad que logra la composición, donde se advierten por detrás en una sugestiva secuencia, imágenes geométricas que remiten a los cálculos que realizaba el científico, para establecer órbitas,etc. Y si no fuera, uno ve o cree ver eso, que aparece como un muro dispuesto por detrás del personaje. La resolución a color, sobre todo en el fondo y en las ropas,que simulan con muy poco mucho de las arrugas y características del traje, recuerdan a otro ilustrador del Billiken de entonces, Luis Pazos, por esa aguada que se disgrega en la pincelada, y sin embargo compone,fortalece y le da cierta delicadeza a la imagen final. En esos años De la María estaba por sorprender a propios y extraños cuando saltara a dibujar y lograra hacer con el tiempo, casi el 90 % de las portadas de la Editorial Columba, con un estilo que no era exactamente este, con uno que le será propio y lo identifica aún hoy al ver cualquier tapa de esos años.
Felipe R. Ávila
(*) Revista Billiken N° 2793 del 23/07/1973.
Para más datos sobre el artista en este mismo blog, clickear sobre imagen ubicada en la columna derecha donde se puede ver a un Alfredo De la María autoretratado en una pintura como corredor de autos (ver). Eso nos llevará a su propio blog.

Próxima nota (01/01/2012) Homenaje a Sherlock Time, la historieta de Oesterheld y Breccia a 53 años del primer episodio publicado el 5 de diciembre de 1958 en el número 5 de la revista Hora Cero Extra).

lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuando los maestros hicieron historietas publicitarias (3): Garaycochea


Y si de publicidad se trata, a vender azúcar con las imágenes humorísticas dibujadas por un grande.

Aquí les traemos mas sobrecitos de azúcar "La Pataia" dibujados con la maestría de un joven Carlos Garaycochea. Son de la década del setenta. El diseño del envase y de la caja contenedora fue realizado por Karlos Blotta (h)
.
Felipe R. Ávila

Más datos: Ver videos del grupo Rebrote donde Garaycochea cuenta anécdotas sobre el tema, muy graciosas.Y más sobres de azúcar en otra entrada de este mismo blog.
Próxima nota (29/12/11): Una ilustración magnífica de Alfredo De la María para la revista Billiken.En esa época las revistas infantiles estaban pobladas de trabajos de los maestros uruguayos y argentinos de la ilustración y la historieta.

viernes, 23 de diciembre de 2011

El Mono Relojero te regala un juego para la Navidad.Para volver a ver los dibujos de Daniel Branca y Oscar Fernández

Un regalo cariñoso - y tal vez algo añejo- del blog Rebrote para todos los lectores con alma de niños.

El personaje del Mono Relojero creación de Constancio C. Vigil tuvo un reverdecer espelendoroso en la década del setenta, cuando con guiones de Enrique Pinti y dibujos de la dupla creativa "Fernández-Branca" llenó las páginas de Billiken, la más antigua publicación para niños (que aún sigue vigente). Y eso de llenó es tal cual, porque el personaje no sólo tenía semanalmente sus páginas (entre 2 y 6) por semana a colores, sino que tuvo una edición en album, y estaba en toda la revista,presentando notas, haciendo acotaciones, indicando que traería el número siguiente,etc.
En esta ocasión y con otro personaje de Vigil, armaron una adaptación del juego de la Oca, para jugar con sólo unos botones por fichas y un dado para indicar el turno de los jugadores.Imagino las sonrisas de aquellos niños tirados en el piso o -por esos días de julio donde apareció (*) sentados a la mesa al abrigo del calor de la estufa, divertidos y con qué poco.O a lo mejor no era tan poco, si uno mira la calle del juego por donde va el Mono, es casi, casi una historieta.¿O no? Que la pasen bien en estas fiestas de fin de año, es el deseo de Rebrote:pensar la historieta. A imprimir la página, pegarla sobre cartulina (¡qué consejos más viejos!,jejeje) y a jugar. Que de eso se trata.
Un juego, es eso y nada más.
Felipe R. Ávila

(*)Más datos: juego extraído de la revista Billiken N° 2793 del 23/07/1973.
Próxima nota (26/12/11):
"Cuando los maestros hicieron historietas publicitarias (3) Mas sobrecitos dibujados por Garaycochea.

martes, 20 de diciembre de 2011

Cuando los maestros hicieron historietas publicitarias (2): Aldo Rivero y Bustos


Un mago algo torpe, una lechuza enojada, un pibe que trae la justa,que se las sabe...noten el chiste sobre el equipo de futbol que llevaba años sin salir campeón, por entonces...Y todo fue válido para decirnos que las mejores pinturitas, los mejores lápices escolares, eran esos.Pasen y lean.
Aldo Rivero dibujó esta página para la empresa Sylvapen a duo con Edilio Bustos, otro gran talento. Aldo fue un gran humorista, dibujante y caricaturista argentino nacido el 21 de julio de 1938 en San Juan y fallecido el 20 de marzo del año 2003. En ocasión de otra subida de este mismo blog (http://rebroteorganizandoeventos.blogspot.com/2010/06/recortes-de-la-historieta-3-eventos-del.html) el talentoso dibujante y creativo argentino radicado en venezuela,Raúl Ávila, nos comentaba sobre su amistd con Aldo Rivero. Nos decía en ese momento Raúl: "
Te dire Felipe que hablar de mi amistad con Aldo es un homenaje a un amigo especial. Junto a un chileno que era director de arte de la empresa de animación de Milo Socio, salíamos en patota con tres muchachas (mi pareja seria después mi esposa) y las charlas estaban plagadas de chistes, uno detrás de otro. En una ocasión recuerdo, le comenté a Aldo que estaba preparando una idea sobre un plaguicida para un animado de publicidad .....y empezó la fiesta!...sugirió un asalto al banco de sangre por los mosquitos...yo agregue ¨roban ¨un millón de glóbulos rojos, el dijo: se llaman Roncha, Picadura y el jefe.....y asi entre bromas y chistes salió un guión divertido....(había material para 5 comerciales...) Pero recuerdo que siempre tenia un chiste en la punta de la lengua, y era tan tímido que siempre después de echarlos, se tapaba la boca con la punta de los dedos en un gesto de timidez o como si se riera para adentro. Era una persona sencillisima y noble, con un cierto candor provinciano, y digo candor para su edad. Teniamos reflexiones sobre aspectos de nuestras vidas y su filosofía era simple pero vital y aderezada con un toque de humor picante y gracioso. En resumen Felipe, una de las loterías que saqué en mi vida ¨ fué su compañía¨, y escribo esto para quienes al rever su humor lo evalúen desde un ángulo mas humano, porque su trabajo suele parecer simple.... pero sin palabras nos deja flotando un mundo de posibilidades a nuestra imaginación".Un maestro argentino hablando con absoluta sinceridad de otro maestro casi como para que no se lo olvide, para que no se pierda aunque sea algo de esa gracia personal, eso que casi nunca puiede ser transferido al papel, a la hoja a dibujar.Pero que existe y es tal vez el motor y nervio, el alma de la creación diaria.
Felipe R. Ávila

Más datos: Publicidad extraída de revista Billiken N° 2793 del 23/07/1973. Agencia publicitaria: Cícero.
Próxima nota (23/12/11):
un regalo de navidad para los chicos: "el juego de Misia Pepa", una adaptación del juego de la oca con el protagonismo del Mono Relojero dibujado por Daniel Branca y Oscar Fernández, para imprimir, recortar y...¡jugar!

sábado, 17 de diciembre de 2011

Cuando los maestros hicieron historietas publicitarias (1) Ángel Fernández y Alfredo Grassi

Los "malos" muy,muy,muy malos, casi risueños, ofreciéndole uno al otro un mate, en medio de la pelea con "los buenos"...una humorada más, de un gran escritor algunas veces injustamente poco reconocido, junto a un dibujante por esos años joven, pero que ya se mostraba como lo que es:un gran maestro.
La página que aparece hoy inaugura una nueva sección del blog; "Cuando los maestros hicieron historietas publicitarias". Corresponde a "Las Aventuras de los Águila Beat" un grupo juvenil en el marco de una época hoy diríamos post-beat pero aún absolutamente influida por la psicodelia, el pop-art y la revalorización estética de la historieta como ícono popular. La página en cuestión está tomada del ejemplar de Billiken más abajo explicitado pero aparecía en varias revistas sobre todo en las llamadas infantiles, esto es Billiken y Anteojito. Quiere decir esto que en ambas podía leerse con la misma continuidad semanal. Un inmenso, vasto público lector para una misma y colorida historieta.
Tenemos en espera otros ejemplos hechos por otros artistas, pudiendo adelantarles los que ya aparecerán: historietas hechas por Aldo Ribero,Bustos, Oswal,Mario Bertolini, etc. En este caso de Los Aguila Beat, el por entonces más que reconocido dibujante de Dennis Martin, Ángel Alberto Fernández, y el ya probadísimo escritor de historietas y cuentos, Don Alfredo Julio Grassi en guión, hicieron esta historieta publicitando un producto comestible, una golosina. Y al hacerlo, no hicieron otra cosa que seguir con una larga tradición donde el dibujo humorístico y la historieta han servido para acercar directamente un público a un producto determinado. A fines de este mes de diciembre y lo largo del año entrante iremos volcando a modo de muestra (no de estudio ni de análisis profundo) una variedad y cantidad de páginas hechas historieta o directamente como un cartoon inmenso que ocupe casi todo el espacio para mostrar como los artistas de el llamado Noveno Arte han ido a lo largo de todo el siglo XX-y cuando digo todo el siglo es así exactamente- ilustrando la orientación hacia el producto por medio de la seducción que brinda una buena imagen, divertida, desenvuelta, ágil, simpática en definitiva, un recurso publicitario más, resuelto con las armas más honestas: la simple lectura de una historieta.
Felipe R. Ávila


Más datos: Publicidad extraída de revista Billiken N° 2793 del 23/07/1973. Agencia publicitaria: R.De Luca.
Próxima nota (20/12/11): Cuando los maest
ros hicieron historietas publicitarias (2): Aldo Rivero y Bustos con "El Pibe Pinturita" para la empresa Sylvapen. Año 1973...

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Pratt, Breccia y Zoppi dibujando el mismo guión de historieta


Una hermosa curiosidad: tres grandes artistas de la historieta accediendo a dibujar un mismo texto para que veamos más claramente algunas de las posibilidades del género. Tres miradas, todas posibles.

Transcribo el texto completo de la nota publicada en la revista Atelier N° 3, de agosto de 1957. Como puede verse en las imágenes adjuntas, estos grandes de la historieta aún no habían llegado a su "techo creativo", por lo que ni siquiera Hugo Pratt se salva de dibujar y meter en cada cuadrito algunos detalles superfluos, los que años después evitaría en función de una síntesis de su estilo. Hay que destacar también que el autor de la nota publicada "se las apaña" para llenar un espacio que le han dado, casi sin decir nada.Sin embargo y como ustedes mismos podrán leer a continuacón en la transcripción que he hecho absolutamente fiel -a pesar de las múltiples "comas" puestas a mi entender de más-, el ignoto autor de la nota pone acertadamente el ojo en algunos detalles que los diferencian: la toma de partido al dibujar por Pratt en función del "clima" dramático de la historia, el detallismo y cambio de planos usados por Breccia y el movimiento que les diera Zoppi no excento de dramatismo traducible al lector desde la visión de los rostros de los que observan. Los invito a leer esta original nota publicada hace ya casi 55 años.

Felipe R. Ávila


“PRATT, BRECCIA y ZOPPI Interpretan el mismo guión”

Cómo un mismo guión puede interpretarse completamente distinto sin que el cambio desvirtúe la idea.

“Un guión no es, como muchos creen, un texto frío y preciso. Un guión es, por el contrario, algo vivo y fantástico que vive y se agita en mil formas merced a la imaginación creadora de argumentista y dibujante. Y es en virtud a esta vida maravillosa de todo guión, que el mismo puede ser interpretado en distintas formas sin que pierda su esencia. En la definición gráfica de un guión surge patente la personalidad del artista que lo realiza contagiándola a las criaturas de la fantasía. En esta nota, tres grandes valores del dibujo hispanoamericano: Alberto Breccia, Hugo Pratt y Eugenio Zoppi han encarado el mismo argumento sin que ninguno de ellos viera un dibujo del otro. Observemos, entonces, qué es lo que ha “preocupado” más a estos grandes dibujantes…y procuremos sacar provecho.”

HUGO PRATT > " Vastamente conocida es la labor de Hugo Pratt. Su estilo moderno y de un vigor extraordinario evoluciona a cada momento sorprendiéndonos con audaces creaciones que harán – y están haciendo – escuela entre nuestros dibujantes. En esta secuencia, Pratt ha tenido en cuenta, sobre todo, el dramatismo de la misma. Descuidando deliberadamente algunos detalles de composición, los violentos enfoques y las masas negras confieren a la tira un evidente interés, transmitiendo al lector, de inmediato, y sin que tenga necesidad de leer la trama, la sensación de suspenso dramático en el que se hallan los tres protagonistas. (Para que se pueda observar hasta dónde domina Hugo Pratt la técnica de la reducción, hacemos notar que esta tira se ha publicado a la sexta parte de su tamaño original y ha sido trabajada a pincel).”

ALBERTO BRECCIA > " El ya célebre autor de Vito Nervio y muchos otros éxitos, Alberto Breccia, ha procurado, en este caso, lucir los planos en detrimento del dramatismo. El primer cuadro nos ofrece una visión del conjunto perfectamente clara y que nos sitúa sin duda en el lugar. El segundo cuadro nos muestra un primer plano que valoriza el dibujo y revitaliza el interés del lector por la trama. El último cuadro de esta secuencia, el “americano” (norte) completa la trilogía de planos que hace a esta tira sugerente y vistosa. (Esta tira se publica a la quinta parte de su tamaño original y ha sido ejecutada con pluma y pincel).”

EUGENIO ZOPPI> " Eugenio Zoppi, dibujante del personaje Misterix, que ilustra con tanto éxito en la revista del mismo nombre ha procurado, fundadamente, que la tira tenga movimiento y claridad de enfoque. El dramatismo de los rostros demuestra bien a las claras la intensa emotividad del momento. Además, Zoppi ha delimitado perfectamente a todos los personajes, dándoles, podríamos decir, a cada uno una personalidad definida. En lo que respecta al argumento en sí, si observamos detenidamente la secuencia, veremos que se ha procurado exaltar el guión definiendo la situación en su momento culminante. (Esta tira ha sido ejecutada a pincel y pluma, al doble del tamaño).”

Próxima Nota (17/12/11): Cuando los maestros hicieron historietas publicitarias (1): Ángel Fernández y Alfredo Grassi para la empresa Saint, de chocolates:"Los Águila Beat"...

domingo, 11 de diciembre de 2011

La revista Atelier de los dibujantes

¿Con sus mujeres desnudas en tapa y a colores allá en la década de 1950, con los primeros sones del Rock and roll llegando a estas tierras, intentaría esta publicación tal vez despegar de su modelo, la conocida revista Dibujantes?

La revista Atelier ("de los dibujantes y pintores argentinos" según el subtítulo original aclaraba) era una publicación de aparición mensual -luego bimestral- que como la decana "Dibujantes" llegaba a los kioskos del país trayendo material interesante tanto para el iniciado como el pr
ofesional, porque informaba de muestras, reuniones, bolsa de trabajo, etc., tanto como de los materiales y técnicas necesarios para una mejor resolución sin desdeñar las reseñas de una página sobre humoristas y dibujantes profesionales y reconocidos por su trabajo.
Pero mostrando además sus rostros, destacando sus firm
as y
con un puñado de cartoons o chistes para demostrar algo de su talento. hay que decir como curiosidad estilística, que estos textos eran escritos por los propios dibujantes hablando desde el personaje creado, por eso una de las secciones más recordadas de la revista se llamaba "este es mi papá" y así Langostino hablaba de Ferro, el Dr. Merengue de Divito,etc.,etc.

Este material que iremos dando a conocer en forma p
arcial nos fue brindado en su mayoría y para su difusión gentilmente por el Sr. Julio Lagos, al que agradecemos desde aquí nuevamente. La forma fragmentaria del contenido que brindaremos, obedece a la amplísima gama de técnicas y aportes que tanto Dibujantes como esta Atelier que nos ocupa desgranaba mes a mes. Y no toda técnica gráfica o de impresión suele ser del máximo interés y del motivo de este blog. Pero además el hecho de no brindar la revista en forma íntegra responde a poder destacar entonces algunas de sus mejores notas y con ellas hacer aquí en el blog una serie de notas más cortas pero de igual interés. Es decir: decidimos poner el foco en los contenidos más que en la totalidad. De todas maneras y si fuera solicitado podemos brindar una copia de cada revista completa, con sus publicidades inclusive.
Felipe R. Ávila

Datos necesarios: Atelier llevaba una numeración de corrido, no parcial en cada número, como para poder ser leída en su totaliidad en una eventual futura encuadernación.
Director de la revista: Guillermo E. Nówell
Corresponsales: En Venezuela: J.O.Laino, Edificio Halven esquina Monroy, Caracas;en el interior: Manuel Gallegos, Brown 36, Bahía Blanca.
Formato: 14 x 20 cm. vertical.
Portada y contratapa: a 4 colores
interiores: Blanco y negro.
Duración: no se tiene constancia fehaciente de la duración final de esta revista
Próxima nota (14/12/11): Hugo Pratt, Alberto Breccia y Eugenio Zoppi realizando para revista Atelier el mismo guión de una tira de historietas. Cada uno por su lado, con su estilo de entonces. Análisis de cada versión de la misma. Fotos de esos años (1957) de cada uno de los dibujantes señalados.

jueves, 8 de diciembre de 2011

El día que Robin Wood salvó mi vida


El día que Robin Wood salvó mi vida.

Fue hace mucho tiempo que ocurrió, pero este texto que van a leer Robin lo conoció recién hace unos pocos años y por un correo electrónico que le envié.
Su esposa y secretaria Graciela Sténico en su momento me envió un mail que decía "Robin lo leyó y se rió mucho". Espero que a ustedes también les agrade. Aquí va:


El año 1980 fue bastante malo. Para empezar, el 24 de marzo, al cumplirse cuatro años de la dictadura en el poder, justo ese día, me tuve que presentar en el distrito Militar de La Plata, bien tempranito, con la cabeza rapada a lo “colimba”. Ese día, frío y de una mañana que parecía interminable, entré a formar parte del Ejército Argentino, llamado al servicio de Conscripción Obligatoria. No sabía en ese momento dónde me tocarían pasar los próximos catorce meses de mi vida. Sabía eso si, que tenía que obedecer, que tenía que decir que no sabía nada de nada de nada y que aunque me parecieran ridículas, tenía que acostumbrarme a obedecer las órdenes que me dieran. El otro día volví a ver la foto que me tomaron al ingresar y parezco un preso, una resaca de la sociedad. ¿Qué habría pasado si no sobrevivía a esos meses de encierro y estupidez? Tal vez se tendría hoy por esa cara a la mía, a ese corte de pelo, a ese gesto entre sufrido, enojado, temeroso y asqueado a la vez, ¡Otra que la Gioconda de Leonardo, con su multiplicidad de lecturas acerca de la sonrisa!
La cosa es que uno se acostumbra a casi todo y mi entrenamiento militar- a los tumbos, le diré- se fue dando. Cercano el año nuevo, fui elegido para tener una ocupación sencilla pero eficiente: “naftero”, es decir, el tipo que debía cargar los tanques de combustible de los camiones, Unimogs, etc., del lugar. La tarea era esta: estabas un día entero y después te ibas a casa de franco. Volvías al otro día y así. Tenía que turnarme con otro soldado, al que solamente veía ya cambiado para que lo reemplazara, cuando yo retornaba al cuartel. Y así. ¿Cómo era la mecánica del trabajo? Fácil: venía un oficial con un automotor, que podía ser el suyo propio, el particular, no necesariamente un camión verde oliva, y me daba un ticket impreso. Yo le cargaba los litros de combustible y anotaba la cantidad. Es decir: me pagaba con el papelito y se iba. Recuerdo que venía hasta el capellán del Comando, con un autito chiquito, que parecía suspirar de alivio cada vez que el sacerdote salía de él. Para pasar la noche, teníamos en un cuartucho muy pequeño dos camitas individuales, una para “el naftero” en cuestión (o sea, yo), y otra para que durmiera el soldado que tenía a su cargo el “parque automotor”, es decir, el tipo que hacía las veces de un vigía nocturno, para que nadie entrara y se llevara nada de ahí. No recuerdo exactamente ahora los meses, pero creo que por un par de ellos todo anduvo bien. Llegaba, entraba, esperaba los autos, les daba la nafta, a la noche me dormía. Si alguno venía de madrugada (y algunos lo hacían) me levantaba, les daba el combustible, anotaba cuanto daba, y archivaba el papelito. Una noche muy tranquila, dormí como nunca porque nadie vino a despertarme. A la mañana “el parquero” no estaba, pero estaría por ahí, tal vez en la cocina buscando algo para desayunar o quién sabe dónde. Nosotros no teníamos mucho diálogo, y eran muchas las noches que no venía el tipo a dormir; se quedaría en un camión, no lo se. Mi reemplazante se estaba demorando. Así que me cambié, guardé la ropa de verde (de fajina) y me vestí con la de salida, birrete marrón incluido. Pensaba (soñaba despierto, más bien) en lo que haría las próximas horas: ver a la familia, a los amigos, tocar la guitarra, comer bien... Dibujar tal vez algo, pero en las horas de “trabajo” tenía tiempo suficiente para hacerlo. No, dibujar no. Mejor…en eso los vi llegar. Un auto se detuvo bruscamente, al mejor estilo Starsky & Hutch cuando perseguían a alguien del submundo. Bajó el jefe de la guardia, un soldado con una carpetita, y otro más, el que yo esperaba para reemplazarme.¿Usted es el soldado naftero? me preguntó el jefe de Guardia, tontamente, porque ¿quién otro podía ser, a esa hora de la mañana de pie junto al surtidor de combustible? Ahí empezó el calvario. Parece ser - luego me anoticiaron - que el dichoso parquero la noche anterior no tuvo mejor idea que salir, en la tranquilidad de la madrugada del cuartel, a pasear por la zona. Lo hizo no de a pie, escapando del cuartel, sino manejando un camión o alguno de los automotores del lugar. Claro, ¿qué le hace al ejército que un soldado salga unas horitas a pasear con un camioncito por la zona, eh? Bueno, sí, estábamos en pleno gobierno militar, todavía uno no sabía nada de las torturas, detenciones, desapariciones, etc. Solamente nos asustaban con el tema de la guerrilla, que estuviéramos con los ojos abiertos, atentos para que nadie intentara tomar el cuartel. Era una época pesada. Y el idiota más que idiota recontra-idiota del “parquero”, no tuvo PEOR idea que robarse, que digo, tomar prestado un camión por unas horas y salir a pasear sin permisos, claro. Y como era de la zona se encuentra con un amigo, lo lleva a pasear y… ¡¡¡termina entrándolo al cuartel!!! Claro, había que devolver el camión, habrá … ¿pensado?...
En fin, que el Jefe de Guardia, enterado, lo detuvo, se armó un bolonki de aquellos y enseguida pensaron que alguien le tenía que haber puesto combustible a ese camión. Yo entretanto, había dormido como nunca: nadie me había despertado esa noche para que trabajara. El caso es que el camión ya tenía combustible; el parquero - teniendo todos los automotores a su disposición - hizo la más fácil: se metió en uno que estaba cargado con combustible y lo sacó. ¿Para qué me iba a despertar para cargarle nafta y así tener que tenerme al tanto del ilícito que tenía en mente? Eso expliqué y traté de entender de lo sucedido, y de hacerles entender en las cientos de declaraciones que tuve que hacer, porque para aquellos militares, la palabra parecía no bastar ni explicar nada. Fui a parar incomunicado hasta tanto se explicara mi participación o no en el delito, y para tenerme cerca para tomarme las declaraciones, esas que les cuento. Me metieron en una celda de castigo que estaba ubicada en la guardia, es decir en una de las entradas, la que contaba con una barrera de madera. En esa mini habitación no se podía estar acostado a todo lo largo. Las dimensiones no superaban el metro y medio, a lo sumo. En mi recuerdo estoy casi siempre en el piso, sentado o recostado contra una pared, sin los cordones de los zapatos, con los borceguíes desabrochados porque te sacaban los cordones para evitar que te mataras. Como si no hubiera muchas más formas de suicidarse, si uno lo intentara. Sin embargo, en aquella situación, yo no sabía cuanto tiempo estaría ahí, ni qué “veredicto” darían sobre mi actividad. Además estaba la angustia: pensaba todo el tiempo en mi familia, que creían que yo iba a ir a verlos y yo ahí, tirado en el piso, sin cordones, con la sensación de injusticia que se convertía en algo pesado en mi estómago, ácido, y se me estrujaba el pecho. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Me preguntaba todo el tiempo. Y encima el tiempo pasaba de otro modo, distinto: como no queriendo irse. Muy lento. Desde afuera, el segundo día, escuchaba las voces de los soldados que estaban de guardia, compañeros y alguno también amigo de ese tiempo. Los imaginaba como estaban: sentados contra la pared que daba a mi celda, en un banco rústico y sin respaldo, largo y despintado. Todos con los cascos en cada cabeza, porque ese puesto era así, tenían que estar listos para salir corriendo si pasaba algo. Y con todo pesando en el cuerpo: dos cargadores, el sable bayoneta, y el fusil al costado. A pesar de todo era el mejor puesto de guardia: estabas sentado, tenías compañía. Era muy feo en cambio, el puesto más largo, ese donde tenías que caminar todo el turno por un camino, solo. Un camino que se metía en la oscuridad de la noche, puro campo se abría delante de los ojos. Solamente veías de lejos una lucesita cada tanto: eran Las Cuadras, donde algunos dormían. Un soldado encendió la radio: jugaba Argentina contra Brasil. Les pegué el grito: ¡ché, suban! ¡Negro, subí un cacho que acá no se escucha!. Para peor Argentina no embocaba una.
Cada tanto sentía pasar algunas personas (que no podía identificar) por la puerta, donde una pequeña abertura que hacía las veces de ventana me conectaba con el oxígeno exterior. En eso sucedió: por debajo de la puerta “alguien” me deslizó algo. No era la comida, eso ya había pasado, no a esa hora. No. Era algo extraordinario para aquél momento: una revista de historietas. Un ejemplar de “Intervalo”. Qué alguien alguna vez me explique por qué en vez de una revista con fotos de mujeres con poca ropa, o de historietas para tipos (como eran El Tony, D’artagnan o la misma Skorpio), por qué había ahí una revista “para público femenino”. Lo cierto es que tenía en mis manos una revista Intervalo. Se asomó un “casi” soldado: era el “testigo de Jehová” y me dijo algo así como que me traía otra más tarde cuando la terminara. Los “testigos” eran tipos que permanecían desde hacía varios años atrás en ese puesto de guardia, cebando mate a cada nuevo grupo que se instalaba cada día allí, los 365 días del año. Y seguirían luego de nuestra “baja”.El caso de esta gente fervorosamente aferrada a sus creencias es particular: en esa época de terror del país, ellos permanecían presos en cada cuartel por no querer jurar la bandera nacional ni dar obediencia a nada terreno. Una locura, visto a la distancia, con los tipos que manejaban aquel gobierno. Y sin embargo, los testigos estaban vivos, encerrados por años, sí, pero vivos, conviviendo vestidos de verde militar pero sin insignias ni nada que remitiera al ejército. Usando la camisa verde sin abrochar y los pantalones por sobre los borceguíes, que a la distancia se veían como zapatos comunes. Una situación surrealista: en un país militarizado, un grupito de fanáticos religiosos que se negaban a honrar esos valores altos por los que el gobierno era capaz de desaparecer a los opositores.
Cuando ya la desolación me ganaba, una mano casi anónima me había alcanzado una revista de historietas…que yo detestaba.
Pero algo me salvó, y ese fue Robin Wood. Porque en Intervalo estaba “Mi novia y yo”. Leerla fue una diversión. No se si ese capítulo ya lo conocía, lo que se es que desde la banca donde estaban los
Enlacedemás soldados de guardia, pared de por medio, empezaron a escuchar mi risa, al principio apagada, para no hacerme notar y luego suelta. Risueña situación: las desventuras de Tino y su perro Tom, la “popotona”, La Editorial Palomita, etc., etc. El mismo Vogt, auto retratado. La risa fue una explosión liberadora, la historieta un bálsamo, en medio de una situación de creciente desasosiego e injusticia. Fue un día que ocurrió. Ése, ese día en que Robin Wood salvó mi vida.

Felipe R. Ávila.

Serie de este blog:"Confesiones de Invierno", entrega número 10.
Próxima nota (11/12/11): La revista "Atelier de los dibujantes", una breve reseña sobre esta más que interesante publicación de la década del cincuenta, a la que accedimos en su mayoría de números gracias a la gentileza del señor Julio Lagos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Marta Barnes brillando en "Cuentos del Emir"

Tal vez la serie de historietas por la que aún se la recuerda con devoción, y que realizara con guiones del recordado José Luis Arévalo.La mujer que dibujó durante 50 años las páginas más cálidas del subgénero "romance" para Intervalo, la ilustre revista de Editorial Columba dedicada a la mujer que leía historietas.
Martha Barnes, la misma dibujante de vibrantes historietas de aventura con ese trazo seguro, tan suyo, rotundo como sus convicciones más profundas.
Martha Barnes, la misma que conjugó belleza y delicadeza con acción, aventura y todo dentro de un marco de perfección anató
mica. Hay que ver como dibuja Martha (porque aunque sea hecho hace años, es como que siempre los está dibujando, su dibujo parece estar vivo).
Hay que ver como dibuja Martha cada cosa, aquellas telas, esos pliegues, las rocas, los gestos que delatan que esos personajes están vivos aunque uno los vea delineados por tinta y sobre el papel. Y esa mancomunión se dio mejor que en otras ocasiones en Intervalo, en la
obra en serie de capítulos por entregas individuales, de caracter unitario pero con un eje basado en quien le da nombre a la serie. Y esa historieta brillante se llamó y fue: "Cuentos del Emir".
¿Para cuándo un album recopilatorio de esta gran serie, señores editores sudamericanos?
Les mostramos aquí un capítulo completo:Martha realizaba una guía de color pero luego lo que salía impreso generalmente no respetaba eso y definitivamente achataba su dibujo -y el de los demás también-. El encargado del color debía tener cientos de páginas que resolver y por eso los resultados nunca fueron buenos, exceptuando la etapa de los años noventa donde se cambió la forma de colorear, pero eso es para otro comentario y para más adelante.
Hay que decir que el estilo de Martha es original, forjado en la fragua del trabajo día a día, donde los maestros que se siguen y que son como un espejo (Alex Raymond, Harold Foster,José Luis Salinas, Caniff,etc...) son mirados pero sólo de reojo,mientras la artista va formando su propia manera de narrar, particular y única que algunos llaman "el estilo". La forma original de narrar y de decir con estos cuadritos de historieta. Por ejemplo:Martha Barnes "rompe" la hoja, es decir: diagrama siguiendo la premisa de dibujar dentro de los cuadritos y armar la secuencia, pero ella deja que algunos personajes se salgan del cuadro, crezcan y se impongan en la mirada general que uno hace a la página completa. Martha hace esto como por ejemplo lo hacía Fernando Fernández -cada cual con su estilo- en España en los años setenta. O Carlos Roume desde siempre. Rompen la página y los personajes terminan como envolviendo el centro de la escena, es decir de la hoja que es hacia donde se obliga a dirigir la mirada. Leandro Sesarego nos decía: "Hay que centralizar la página, todo lo que sucede, los personajes primarios y los secundarios, los coches que se mueven y sobre todo las miradas de los mismos personajes deben converger hacia el centro de la hoja de papel.Una enseñanza primordial para todo el que pretende dibujar historietas y que hoy día pareciera ser un consejo que se ha perdido, ya que muchas veces no se ve bien realizado, lo que lleva al lector a perder por unos instantes el hilo de la historia que viene leyendo.¿O por qué pensaban que Sesarego enseñaba esto que Martha hace con naturalidad? Porque el centrar la página lleva a no desperdigar atenciones, y uno como historietista pretende que el hipotético lector no se pierda y se vaya, como ese espectador que distraido o harto del filme se levanta de la butaca o cambia de canal. Si ven estas mismas páginas del Emir propuestas como ejemplo verán que teniendo Martha que ilustrar un diálogo, el encuadre varía,no se repite y trata igualmente de ser diverso pero eficaz, que se siga teniendo noción de quién habla.En esta tarea no es menor el desarrollo de los personajes,aún los secundarios como la amiga, llena de vitalidad y belleza. Es de destacar que Barnes se documenta y preocupa tanto de los detalles menores (ropas,adornos,colgantes,aros,etc.) como de las cosas más generales (paisajes, tiendas de campaña, edificaciones) aunque estas estén ubicadas en un segundo plano. Destaco las ropas con sus arrugas creíbles que llevan a imaginar sedas, suavidades y perfumes que solo la tinta en manos de esta artista nos puede entregar, como un regalo a nuestra imaginación.
Felipe R. Ávila

Más datos:
Cuentos del Emir, episodio 39: "Una vez, un maestro". Guión: José Luis Arévalo- Revista Intervalo Super Anual 56, de julio de 1996. Ilustración de portada (y de contratapa): Julio Zambrana. Director: Antonio Presa. Editor: Columba. Bs. As., Argentina.Publicación a todo color.
Próxima nota (08/12/11):"El día que Robin Wood salvó mi vida",y sí, sin saberlo, el gran escritor había publicado una historieta humorística que llegó a mis manos un día preciso para sacarme del encierro y del aburrimiento.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Seis años se cumplieron el 11-11-11 sin Lucho Olivera


"Confesiones de Invierno" Nº 09

Lucho Olivera, padre de héroes inmortales.

Nunca imaginé en aquellas felices horas de mi niñez leyendo el D´Artagnan que traía el Nippur dibujado por Lucho Olivera que un día yo sería uno de los portadores de su féretro, ni imaginé tampoco que otra de las manijas del cajón mortuorio sería llevada por un acongojado amigo y coterráneo del maestro, un ilustrador e historietista único, me refiero a Ricardo Villagrán. Lucho, su gran amigo, había muerto. Tanta tristeza nos dejaba su ausencia como algo de paz, porque Lucho había dejado de sufrir y esa larga agonía había terminado. Nacían los recuerdos ante la ausencia inevitable, y se comenzaba a vislumbrar,ya ahí, su estatura de Gran Artista argentino de proyección internacional. Algo que Olivera siempre fue, pero que muchas veces no se resaltó en vida.
Ese día, el del sepelio, ya lo había escuchado de labios de conocidos, familiares y amigas del gran artista. Martha, la hermana indómita y leal de Olivera lo había expresado tiempo atrás –y en una entrevista exclusiva a Rebrote- pero ahora la frase caía otra vez, contundente, hermosa y desafiante: “Nippur de Lagash fue creado por Lucho, por el sólo, allá en Corrientes”



Ricardo Luis Olivera o simplemente, Lucho Olivera, como firmara tantos de sus trabajos gráficos, es por sobre todo, un narrador. Estamos rescatando muchas historietas escritas y dibujadas por él antes del éxito fulgurante de Nippur y de Gilgamesh, y otras cuantas de esos mismos años de oro. Asombra ver como empatan en calidad el texto y el dibujo en aquellas historietas, y como se eleva la categoría del ilustrador a la de Artista, en tantas portadas para revistas populares de editorial Columba, especialmente (aunque no excluyentemente).

Gilgamesh el inmortal nace de dos vías concretas de inspiración, a saber:

1) Su conocimiento profuso de la civilización Sumeria, y del poema de Gilgamesh, el más antiguo conocido de la humanidad arcaica, en particular.
2) Su total cohesión con la obra de Stanley Kubrik, el notable cineasta británico, padre de “la patrulla infernal”, “Espartaco” y especialmente “2001, Odisea del espacio”. Lucho siente al salir de ver esta película que ese es el camino ético y estético que este realizador le está marcando.
Por eso cuando “viste” a Gilgamesh con naves y ropas de astronautas similares a las del film, lo suyo es además de un homenaje, una prosecución en el papel de lo que lo atravesó espiritualmente desde la pantalla. Nada es igual para nadie luego de este filme, menos para el Artista Olivera, sensible y creyente en una mente Universal más poderosa que la de cada debilidad humana.
Pero Gilgamesh, el Inmortal, de Luis Olivera, en textos y dibujos, no es más que una evolución cultural de estas dos vertientes citadas. La cultura es eso: tomar una información o algo de un sitio pero dar a partir de eso una respuesta distinta y original. El poema primigenio le da basamento y sentido: buscar el no-morir, existir un poco más. El filme le da el contenido y el continente: los colores de los trajes, la tecnología y el pretexto. Que desde las cavernas hasta el 2001, el hombre es y será el mismo. Las mismas dudas, las mismas preguntas. Y la trascendencia: el astronauta aquél de la película que se ve en el final a si mismo mas anciano y luego como un nuevo ser creado, universal y cercano al Dios, encuentra en Gilgamesh (el de la historieta realizada aquí en el Sur del planeta, en Buenos Aires, por un artista de origen correntino) a su mejor continuador. Porque Lucho le agrega otro factor: el sentido de la muerte.
Cualquiera que lea esos Gilgamesh escritos y dibujados por Lucho en los años que van desde 1969 a 1974, los primeros y originales, verá que hay mucha mas profundidad y a la vez simpleza para narrarlo que en los posteriores episodios de Sergio Mulko en guiones (donde la idea de Dios en relación a los hombres da un giro y cambia 180 grados) y ni que hablar de los episodios más famosos, los que salieron recién en los años ochenta bajo la pluma dúctil y preciosa de Robin Wood. En ellos hay más aventura, por el ir y venir y la lucha del héroe, que Sentido de Trascendencia y de la muerte. El sentido de la muerte en los capítulos iniciales de Gilgameh por Lucho Olivera es claro: de nada vale ser inmortal si los que uno ama se mueren. Así de sencillo, hermoso y profundo. Gilgamesh carga con la inmortalidad como una condena, pero ante la menor posibilidad de perderla y no cumplir con su objetivo de ser guardián de la semilla humana que viaja por el espacio en la nave Prometeo en forma de 100 bebés hibernados, en ese instante, Gilgamesh desea vivir. Hasta el último momento se revela así su verdadera condición humana la que salta por sobre la máscara del héroe. Y cambia la pregunta inicial que se hacía Lucho: “¿por qué la gente ha de morir?” por la otra: “¿De qué sirve vivir para siempre si uno está solo, sin la gente que ama?. Notable, profundo, y gritado desde una historieta: como tal, popular, masiva, muchas veces mal impresa y muchas más veces mal leída.

Luis Olivera es el padre de Gilgamesh, eso está publicado, escrito y existen variados testimonios de ello. Pero también figura – y se lo conoce- como el primer dibujante de Nippur de Lagash, aunque algunos preferirían decir de Lucho que es en realidad el co-creador de la serie. Hemos escrito en varias oportunidades como si bien Robin escribe cientos de episodios, la característica humana de Nippur con ese aire a sufrido ser, sabio, melancólico y con algo de lejanía con los restantes mortales pareciera haber sido inspirado a Robin Wood directamente del trazo de Lucho. Este artista le da veracidad al héroe sumerio, carnadura humana, contradicción y sentido. Desde la musculatura, propia de alguien que camina años y años y es dado a ejercicios pero que no consume “anabólicos” (como los hipertrofiados superhéroes del Imperio Norteamericano). Desde esa naturalidad que los lectores han advertido en cientos de cartas durante años, hasta la mirada, el gesto, que Lucho le imprime y es el del desterrado o tal vez, el del que añora la vuelta a su tierra (Lucho-Nippur) entre las aguas de ambas Mesopotamias (argentina y la Asiática, la de Sumeria).
¿Pero es Lucho el verdadero “padre absoluto” de Nippur?
La prima de Lucho, Berta, precisa el dato. Pero es algo que es vox populi entre los allegados al gran maestro desaparecido el 11 de noviembre del año 2005: “Sí,-aclara- Luis empezó a pensar y escribir la historia del héroe, de este héroe sumerio, en la casa paterna, en la cocina la escribía, te digo más. La dirección: Hipólito Yrigoyen 1998, Corrientes (capital). Tendría Lucho por entonces unos diecisiete años, más o menos”. Y prosigue: “el papá de Lucho era militar, como ya saben, por eso ellos (se refiere a la familia Olivera en pleno) vivieron por varios lugares de la provincia, como Curuzú Cuatiá e incluso un tiempo en Mercedes, hasta instalarse acá en Buenos Aires. ¿Cómo lo recuerdo?¡Y cómo no lo voy a hacer, si cuando Lucho comienza a publicar seguido a Nippur de Lagash, todos veíamos esas historietas maravillosas! Y recordábamos el hecho. ¿Por qué no reclamó ni dijo nunca en voz alta esto, el mismo? Bueno, no lo se. Tal vez por su forma de ser, su carácter, fue siempre un Caballero".
Javier Rago y yo le contamos a Berta - le recordamos- que ya aparece la firma de Robin Wood en esos primeros capítulos. La familia en pleno alega que es inconcebible que existieran en ese momento dos personas a las que les interesara por igual el tema Sumeria y que supieran tanto. Y se juntaran para hacer esta historieta. Según ellos, Luis Olivera “ Lucho” para todos, era el erudito, el que se fijaba y estudiaba la forma, el peso y el material de las armas mesopotámicas, el tamaño de los cascos, etc. El “experto”, joven y talentoso habría sido el que hubo de pedirle a su joven amigo de entonces, Robin Wood, que hiciera un guión. Pero la cosa no habría quedado ahí, en el pedido, sino que –todo parece indicarlo por los testimonios-, Lucho le habría contado a Robin la trama de –al menos- dos de los primeros cinco capítulos en cuestión de Nippur de Lagash.

“Mire, Felipe- me dijo un día en tono confidencial el Gran Maestro argentino, Lucho Olivera- hay cosas que es mejor dejarlas así, dejarlas como están, no “levantar polvo”.
Esa frase del maestro podría tener -seguramente- otras lecturas, en su mente colosal. Había que dialogar una media hora con Lucho para saber lo gratísimo y a la vez difícil que era seguirle una conversación, por el grado de coherencia en su exposición (a veces mas un soliloquio que una charla conmigo) pero uno más tarde agradecía escucharle y ver como enhebraba el discurso y retomaba siempre el punto al que quería llegar, ante el mío, bastante más disperso.
Algunos llegaron a decir de Lucho Olivera que estaba loco. En realidad no lo estaba, pero algunos simplemente no lo entendían. No querían o no podían. Porque Lucho tenía una mente brillante, un conocimiento mucho mayor que la media de la gente y una forma de ser que lo hacía más parecido al genio metido en un laboratorio que a un simple pintor. Pero además de tener una mente brillante, matemática y científica, tenía también el costado del artista. Los dos hemisferios cerebrales hiper desarrollados. Hipersensible y respetuoso. Humilde hasta el extremo de rendir culto y pedir homenajes a muchos colegas antes que a él mismo. Y de callar a veces cosas que sabía, que prefería dejar en el olvido tal vez, sólo tal vez, por una amistad que había sido, hace mucho, pero mucho tiempo atrás. O por simple pudor y sencilla humildad.

Felipe Ricardo Avila.

Más sobre Lucho Olivera en:
http://www.rebrote.com.ar/
Transcribo ahora parte de una carta entre la hermana de Lucho y yo, con fecha 3 de marzo de 2006

"Querida Martha:
No quiero ponerte más triste, pero debo decirte que cada uno de nosotros lo recuerda con mucho afecto a Lucho y la admiración por su trabajo colosal (a la postre, lo que la mayoría conocerá por siempre de él) va creciendo. Nosotros hacemos lo posible, te lo aseguro, para difundir su obra vasta, inmensa. Como te prometí, siempre en algún número de Cine Portátil habrá al menos un dibujo o mención a Lucho. Porque los que la hacemos somos sus seguidores(hemos luchado siempre contra nuestras debilidades en el manejo del lápiz y la pluma queriendo mejorar y aprender para emular al maestro), sus admiradores (seguimos fascinados cada curva, cada pincelada, cada recoveco de sus ilustraciones), y sus discípulos (tratamos de contar buenas historias desde el texto o con la imagen, pero siempre con una mirada crítica sobre la sociedad, valorizando la dignidad del ser humano y también su grandeza, esa que sale de vencer sus temores y seguir adelante). La verdad, se lo extraña a Lucho. Y no sólo por la falta de publicaciones con sus trabajos, también en esa cosa cotidiana, en esa llamada telefónica que podía hacerme un domingo a la tardecita para comentarme algo que le interesaba visto en algún programa de cable, Discovery, por ejemplo. Su lucidez espantaba a algunos. A mi me espanta la mediocridad generalizada".

Próxima nota (05/12/11): Martha Barnes brillando en la realización gráfica de "Cuentos del Emir", con guiones de José Luis Arévalo, para la revista femenina "Intervalo", de Editorial Columba.