Hay blogs casi olvidados, estancados por distintos problemas e inconvenientes, pero a mi entender todavía válidos. Por eso es que comienza aquí en Rebrote: pensar la historieta una serie en revisión de esas notas escritas hace años y publicadas entre 2006 y 2007 en el primer blog de Rebrote, blog creado por Javier I. Rago (Rolkiem) ,quien en esta ocasión también ha realizado los epígrafes de esta nota escrita por Felipe R. Ávila. Publicación original el 8 de mayo de 2007 (http://rebrote.blogspot.com.ar)
Quino firmando autógrafos, gigante y frágil
La Feria del Libro de Buenos Aires 2007: pequeña crónica de
dos días extraordinarios.
Foto 1. Quino llegando a firmar
1- La Cola más Laaaarga
Primero de mayo, día no laborable, día del trabajo. Eso,
trabajo costó entrar a la exposición y venta de libros más importante de
Latinoamérica. Colas extensas y encima, un chaparrón, algo de lluvia antes del
ingreso sobre una buena cantidad de gente. Fuera por el día feriado o por
quienes estaban para firmar libros, la masiva concurrencia desbordaba La Rural.
Adentro una cola de las más extensas mostraba gente de variadas edades y ya con
el libro a firmar en la mano. Pregunté curioso: “¿Para quién es esta cola?”.
Era una cola extensa, que daba la vuelta y se perdía adelante, más allá.
“Vanina, firma Vanina, de Gran Hermano”, me contestó una señora joven, mientras
los que estaban delante de ella me miraron como diciendo: ¿y a éste que le
pasa, vive en un frasco, que no se enteró?
Foto 2. Descubriendo a Mafalda
2- Quino y Gaturro
Nos fuimos para donde estaría firmando Quino, y llegamos muy
temprano. El stand de Ediciones de la Flor tenía en ese momento pocos
visitantes, así que nos propusimos comenzar la fila. Quino sería nuestro. Y
casi lo conseguimos, quedamos cuartos, luego de la hijita de una de las
personas del stand, un par de adolescentes salidas de la nada y una nena con la
madre, una señora muy amable y de muy buen oído: le comenté a mi familia por lo
bajo: “fijate esa nena (la que venía con la señora de oído fino), tiene puesta
una camiseta con Gaturro, de Nik, parece que Quino lo odia a Nik, por unos
dibujos que le habría copiado”. Al instante la nenita tenía puesto un buzo que
tapaba absolutamente al gatito de Nik. La señora de buen oído y mucha
amabilidad nos comentaba que había ella recibido un mail donde se decía que Nik
le había robado a Quino, etc., etc. Nos pusimos a abundar sobre el tema (lo que
abunda no daña, dicen).
Foto 3. De la 1° edición (Jorge Alvarez editor) a la última
de De la Flor
3- Nueva edición de Mafalda
Los tradicionales libros de Mafalda de Quino, son reeditados
para esta ocasión y ya pueden conseguirse en todas partes, con nuevas tapas a
todo color, rediseñadas, con la tapa plastificada y en su tradicional formato
apaisado, donde caben perfectamente dos tiras por páginas. Alguna vez vamos a
tener que hablar seriamente de los formatos de la revista o libros de
historieta y de su particularidad, la que surge allá lejos cuando había poco
papel en el mercado y los editores e imprenteros debieron imaginar formatos
pequeños para subsistir. Y hoy, el apaisado es casi una marca nacional para el
humor. ¿O no?
Foto 4. Nuevas reediciones
4- El Baile del Cartelito
Al lado de Quino, perdón, del cartelito rectangular blanco
con letras negras con su nombre, estaba el de otro escritor talentoso. El
dramaturgo y actor Hugo Midón. Los carteles pequeñitos y rectangulares tenían
dos perforaciones en la parte superior, las que encajaban perfectamente en dos
salientes que presentaba un tirante horizontal que cerraba por arriba el
rectángulo que formaba con la mesa por debajo. ¿Se entiende? Una mesita, con
una especie de arco de fútbol delante y en vez de un travesaño solamente, con
los dos cartelitos: el de Quino (a la derecha) y el de Midón (a la izquierda).
Una persona del stand con agilidad y una eterna sonrisa, cambiaba el cartelito
de Quino de lado cada tanto, lo que nos obligaba a mover levemente la cola que
veníamos formando de sitio, o estábamos a la derecha o a la izquierda mirando
de frente la mesa donde se firmarían los libros. ¿El motivo? Hugo Midón no
estaba. O no llegaba, que para el caso era lo mismo. Tal vez la lluvia.
¿Llegaba o no llegaba? El empleado de la editorial cambiaba alternativamente el
cartel de Midón, y una señora leída y valerosa se atrevía a decirnos
amablemente (a los casi 50 que ya éramos “la cola para Quino”): “yo espero a
Hugo Midón para que me firme”. Con una sonrisa esperanzada la dama siguió inmutable
los pendulares cambios de cartelitos del señor del stand, hasta que se cansó o
hasta que alguien le dijo: “Hugo Midón no va a venir”. Así, el empleado optó
por lo lógico: ubicar el cartel de Quino en el centro, sobre la mesa, y relegar
el cartel de Midón para otra oportunidad. La señora midonista se marchó. Y nos
dio pena, porque a la media hora... llegó Hugo Midón.
Foto 5. Quino, el genio cercano y frágil
5- La soledad de Midón
Y Hugo Midón miraba la cola, tal vez pensando, “¡¡no puede
ser para mi!... ¿o sí?”. Pero no, era para el otro autor. El empleado del
stand, ya no sonreía como antes, ahora el tema era ¿dónde lo ponemos a Midón a
firmar? Diligentes, lo hicieron pasar del otro lado del mostrador, le acercaron
una silla, le fueron a buscar algo para beber y... aquí llegó el nuevo
problema. Ya instalada la fila para Quino, a Midón lo sentaron en un sitio sin
aquella estructura que relatamos antes, del travesaño y los cartelitos. En
realidad, el cartel seguía estando pero “¿de dónde lo cuelgo?” pensaba el tipo
del stand, ya sin ninguna sonrisa. Ahí empezó a improvisar: metióle cinta ancha
transparente adhesiva al cartel, el que se empecinaba en quedar horizontal (no
se leía, salvo que uno estuviera mirando desde el techo hacia abajo) hasta que un
poco de cinta desde arriba (no se de dónde) lo estabilizó. Resumiendo: quedó
una hermosa porquería, todo pegoteado y a la que te criaste.
Frente a ese hecho artístico consumado, un cansado Hugo
Midón miraba esa especie de tablado de cinta scocht y nada, delante suyo nadie
se arrimaba para firmar un libro ni al menos para decirle, “hola, y gracias por
tanta buena literatura de tu parte”.
Foto 6. Quino llegando al stand
6- La llegada de Quino
Quino llegó de pronto desde un costado, caminando entre la gente
que lo desconocía, casi como dando pequeños saltitos en cada paso, enmarcado en
unas bruces imaginarias de allegados a él. Como si flotara y el hombre sonreía.
Algún “maestro” se escuchaba y él sonreía con tímida fragilidad. Le sacamos
fotos antes que pudiera decir siquiera hola. Pasó por detrás y lo acomodaron en
el asiento bajo “el tablado” y comenzó a sonreír. En seguida comenzaron a
pedirnos el número y a pasar. Quino agradecía los agradecimientos y dibujaba
rápidamente su firma (no hacía Mafaldas, ya nos habían advertido de ni siquiera
pedirle). “Para Victoria. Quino.” “Para Gonzalo. Quino.” “Para Felipe.
Quino”...y uno salía como feliz, emocionado de haber saludado a un creativo
único, un humanista trascendente, un defensor de la niñez y de la ecología,
desde allí mismo, desde el papel y la tinta, con esa humildad sincera de los
verdaderamente grandes. “Gracias, maestro -balbucié- porque Mafalda nos ayudó a
pasar los años malos del país de una forma mejor”, o algo así le dije,
queriendo expresar todo, tal vez ni fui claro con él.
Foto 7. El respeto al lector
7- El Hombre del Autógrafo Eterno
Quino agradecía con corrección a cada uno, y cada uno a él
mismo. De pronto puso una cara de asombro: un hombre mayor desde atrás nuestro
se le acercó y le dejó un libro (escrito por él, por el tipo éste) y nadie
entendía nada. “¿Es para mí, este libro?”, preguntó Quino. El hombre, no
contento con llegar y casi sin hablar, se puso a dedicarle (él, a Quino) el
libro en cuestión y estuvo como tres minutos con la dedicatoria, la situación
humorística e insólita era sobrellevada por Quino con una sonrisa, y por los
que estábamos alrededor para seguir sacándole fotos (a Quino, no al tipo) hasta
que rubricó y se lo entregó. Quino le pasó el libro a la persona a su lado y
siguió por más de una hora firmando (ahora sí, él mismo) los libros de Mafalda
que la gente le iba acercando.
Felipe Ricardo Avila
¡Qué buena nota!!!!Martha
ResponderEliminarQuino es un grande, la organización debería haber tratado de estar a su altura. Su estilo mucha veces es amargo, pero eso también es elogiable.
ResponderEliminarQue buena idea este rescate de notas!
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