Un día le pidieron a Gustavo Trigo que escribiera un texto sobre su magnífica historieta
"Guerra de los Antartes".
Ese documento pasó por el tamiz lógico de una corrección antes de terminar siendo publicado como uno de los dos prólogos que tiene el hermoso libro editado por Colihue con todas las tiras conocidas de esta historieta escrita por Oesterheld.
La "correcta corrección" sintáctica y ortográfica (que no se quién la hizo, aunque supongo que no fue el propio Trigo)se llevó parte de la frescura del texto original, la voz misma del artista -que de cualquier modo, subyace en ellas- y también trajo a cambio una cierta liviandad al preferir -por ejemplo- palabras como "bar" a la más rea "boliche",que apuntaba Trigo en el original de puño y letra. El texto final gana en precisión pero pierde fuerza, bronca y ganas.Esas,con las que Trigo escribe, como verán a continuación leyendo el texto original de puño y letra y comparándolo con la versión publicada. Donde se reemplaza el cariñoso "Germán" (segundo nombre de HGO y como lo llamaba Trigo) por el mas distante "Oesterheld", tal vez para que el lector sepa de quién se está hablando.
Hace diez años fallecía Gustavo Trigo. Rebrote lo evoca de esta forma sencilla, transcribiendo a continuación y por primera vez el texto que este artista escribiera originalmente. Lo que nos permite ver en las imágenes adjuntas, de paso, la impronta del artista. Su trazo particular.
"Cordura terrestre, punto, punto, punto. Magnanimidad Antarte, Punto, punto, Germán me dictaba las últimas tiras desde un teléfono público, mientras rompía, de a cachitos, el pan Felipe que le deformaba el bolsillo.Todavía me veo anotando sobre la repisa, en el noveno "C" de la calle Honduras. Sólo textos y diálogos, la descripción de la viñeta importaba bien poco - era libre- pues sabía de sobra donde estaba la guarida del Coya, sabía de las paredes húmedas cubiertas de afiches, y también que allá afuera los jefes de la resistencia encamionaban a los obreros, banderas sucias, alguna escopeta, rifles calibre 22, y el cielo cruzado por los absurdos aviones, mochos, que yo les adjudicaba a los terrestres.Una gran aventura que no tendría desenlace.
Germán ideaba un final cuando se detectara la "debilidad" Antarte, que entonces diera lugar a la verdadera, organizada resistencia.
No sospechaba que ellos tomarían antes el Poder y mucha gente quedaría dispersa, por eso me decía, ya no se si él o el Coya: "cuando ganemos..."
Tuve en mi vida la suerte de ilustrar historias de dos grandes escritores: Osvaldo Lamborghini y Germán Oesterheld.
Pero no nos juntamos nunca. No se conocieron. Sin embargo nos sentábamos en los mismos bares, nos preocupaban sucesos parecidos, y algunas ilusiones nos eran comunes.Con Osvaldo hicimos ¡Mark!, allá en los '70.
Tira de la Guerra de los Antartes digitalizada del diario; puede verse al autor:un seudónimo más de Oesterheld.
Tira de la Guerra de los Antartes digitalizada del diario; puede verse al autor:un seudónimo más de Oesterheld.
Con Germán una punta de adaptaciones de grandes filmes para Canal TV, Sargento Kirk y Sherlock Holmes para Billiken.Hasta que me propuso, en el '74, la guerra de los Antartes.
Fue en un restaurante de Corrientes y Callao: Zumbier,escalope a la Viena y Suter de por medio.
La historia me entusiasmó pues conservaría, por primera vez, originales y derechos, condiciones que por esos años no eran nada habituales.
Ya nos conocíamos por las colaboraciones para Editorial Atlántida, pero la tira nos concedió mas confianza entre el fragor de la producción.
Era empeñoso. Nunca logré más de una semana de adelanto, eran tiras dobles y elegí un gran tamaño al diagramarlas. Era mi oportunidad, y quería "meter todo" en ese espacio. Hasta la técnica cambié promediando el relato: incorporé una media tinta para indicar el deterioro de la zona en resistencia.Me alejé en todo momento del concepto "ciencia ficción"; nunca me gustó dibujar máquinas y a aquél género jamás pude aceptarlo del todo.
Lo que me atrajo fue dibujar gente metida en una situación límite, que no se entregaba, que se organizaba para rechazar la prometida "magnanimidad Antarte" en la que ninguno creía. que no soportaba la siniestra negociación terrestre: el Cono Sur como objeto de cambio.
Algunas soluciones, a lo largo de los años, se me antojan pueriles:los pantalones a media pierna, los aviones-moscones, aquellos camiones de diseño improbable, pero veo, todavía erguida, una gran emoción relatada en cuadritos, una muestra clara de la dimensión que cobra un trabajo hecho con rabia y con miedo, porque eran tiempos difíciles, durísimos, impuros, y quien más o quién menos, caminábamos con una culpa intangible por aquella Buenos Aires.
Germán dividía su tiempo, construía la historia como comía su Felipe: de a pedacitos, a veces apoyaba la cara en la mano, como pensando, pero dormía.
Era apasionante mover esos personajes, encontrarlos y desencontrarlos;"presentar" esa realidad nos hubiera hecho realizar otras ciento y pico de tiras ya que él era un maestro para subrayar situaciones de gran interés, con aquella escritura ominosa y simple.
De paso, una tarde calurosa hasta lo tuve en la tribuna del Padock de Palermo, desde donde vimos a Jara ganar por el pescuezo una carrera imposible. Él había entrado con aire crítico, como si fuera un antro de perdición.
Después todo se aceleró, clausuraron el diario, me tomé un tren a Rosario creyendo que era un confin y a él lo perdí de vista.
Hasta que me llamó y nos citamos en un bar, de esos que después desaparecieron. Al entrar no lo conocí: se había dejado crecer un bigote que no le cuadraba... Convinimos en que yo me haría pagar sus colaboraciones de una editorial y le entregaría el dinero en algún boliche. Almagro, Belgrano, Palermo, sus razones, sus desvelos, y tal vez su miedo sobre la fórmica, una clandestinidad injusta porque se lo veía hogareño en aquella casa de Beccar junto al perro que tenía, tan despeinado como el jardín.
Algunas veces, distraído, me parece verlo, que me extiende la mano de apretón desmesurado, que planeamos un final, aunque sea pura ilusión, y que él me invita a un paseo por esta ciudad tan cambiada...pero no, no está más, estos son otros tiempos, tiempos de democracia, que es como decir:
"Es cierto, Germán. Ganamos".
"Sólo a placé, pero ganamos".
Gustavo Trigo
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Algunos datos biográficos: A fines de la década de 1970 Gustavo Trigo se estableció en Italia, tuvo otra hija, trabajó para importantes editoriales de la península mientras seguía publicando en su tierra a través de Editorial Columba.Su hijo Julián, residente en Nueva York, en los años noventa se destacó como artista presentando muestras en grandes ciudades de América (San Pablo, Virginia, Washington, Nueva York, México y Buenos Aires), y de Europa (París, Estocolmo, Oslo,Amsterdan y Londres), en museos y galerías de arte. Gustavo Trigo regresaba al país cada tanto para visitar a su familia,en especial su madre. Gustavo fallece hace diez años ya, en la ciudad de Roma, un 28 de julio de 1999. Se lo recuerda desde entonces en su Carcarañá natal y en el momento exacto en que cualquier lector de historietas de aquellos años, vuelve a abrir alguna de esas viejas publicaciones (o simplemente piensa en él) y se reencuentra con su dibujo vigoroso, cargado de detalles para las cosas minúsculas como puede ser una baranda externa de un edificio, de esos de N.Y. Un dibujo que podría tal vez haber sido más perfecto si no hubiera trabajado tanto, si,como le pasaba y decía de si mismo Lucho Olivera: "hubiera podido tener más tiempo para pensar cada cuadro, cada secuencia". Gustavo Trigo será recordado por "Mark!", para la revista "Top!", por la Serie Negra para Tit Bits, por el "Sargento Kirk" de Billiken, por las incontables de vaqueros para Columba, por "Ted Marlow", por "La guerra de los Antartes", por "Maura Vuela", donde hacía también el guión...
Nota: Se agradece a Marcelo H. Piñeiro por facilitarme la foto de Gustavo Trigo con que se ilustra el comienzo de esta nota.