"UNA HISTORIETA SOBRE EL
17 de Octubre de 1945
ESO QUERRÍA ALGUNA VEZ PODER HACER"Avenida Corrientes, foto tomada de:http://agendacultural.buenosaires.gob.ar |
Carlos Albiac estaba allí
convocado por la pronta edición del libro Cero Buenos Aires, con dibujos del
gran Walther Taborda.
Libres de la reunión, nos pusimos a charlar con Albiac como si nos conociéramos
de toda la vida. En seguida me sugirió ir a otro bar, porque este estaba además
de los ruidos, multipoblado. No era sencillo o mejor, agradable, tratar de hilvanar
pensamientos y escuchar al otro en medio de un ruido de fondo de cucharitas, tazas,
máquinas de café y muchísimos comensales, ninguno mudo al parecer.
Tapa del libro "Cero Buenos Aires" |
Caminamos por Corrientes y nos
metimos en un bar. A la hora nos fuimos
a otro que parecía no tener apuro por cerrar (recuerdo que en el camino nos cruzamos y saludamos con Diego Ferruchelli que venía caminando en sentido contrario también por la avenida Corrientes, y seguimos) y finalmente llegamos a otro bar, a un tercero que estaba ubicado en
la esquina de Corrientes y Libertad, el bar “Brasilia”. En ese sitio, hoy ya no
está, nos habíamos reunido varias veces en las primeras juntadas del grupo
Woodiana, incluso allí le hice en solitario la entrevista a José Massaroli, por
ejemplo. Yo era habitué del lugar porque quedaba cerca de donde mi hija
estudiaba y/o se reunía con compañeros de clase así que más de (muchas) veces
me he quedado haciendo tiempo para luego ella pasar a buscarme e irnos juntos a
casa. Una forma excelente de esperar a alguien es sentado a la mesa de un bar,
leyendo o dibujando o tal vez planificando un libro o revista nuevos.
Pero ese
día estaba allí charlando con una leyenda viva de la historieta: Carlos Albiac,
el creador de tantos episodios de Alamo Jim, de Cabo Savino, de “A través de
Oceanía”, del libro con Alberto Breccia sobre Lope de Aguirre, para los libros del Quinto Centenario, el
autor de "Perdido Joe" con Casalla como dibujante, de“Big Rag” con Oswal y de “Lejos Pratt” con el mismo artista, etc.
Carlos bebía el café y fumaba, a la vez y le dije entonces de cuando nos habíamos visto la primera vez: lo evoqué. Y nos reímos juntos. Él había ido a dar una charla a los alumnos del curso de dibujo e historieta de la Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA) en 1979,y yo era uno de esos alumnos. La charla esa vez fue muy interesante, Albiac ya era un hombre ducho en los quehaceres de la historieta y nosotros admirábamos lo que hacía, sobre todo lo referente a “Calico Jack”, pero nos pasamos buena parte de esa charla haciendo caricaturas sobre su persona con mi amigo Horacio Batlle, porque que era notorio que tras una densa nube de humo de sus cigarrillos estaba hablando de pie el escritor Albiac. La nube parecía estancada sobre él como niebla del Támesis o como esas nubecitas que estacionan entre picos helados montañosos. Carlos, inmutable seguía hablándonos de la secuencia, del plano, de la importancia de tener una buena historia antes de saber cómo encararla, etc. Ahora no, pero hace poco buscando otra cosa aparecieron algunas de esas caricaturas. La charla continuó saborando un par más de cafés que le invité, y a los que él accedió algo reticente, pero insistí. Yo sabía por Muñoz que Carlos no estaba pasando por un buen momento pero no sabía entonces cuán malo era éste. Supongo que Albiac estaba a gusto, charlando. Tal vez no era mérito mío sino una necesidad suya de ser escuchado. O de volver a hablar de “los buenos viejos tiempos”, lamentablemente pasados. Digo que estaría a gusto ya que las horas pasaron rápido. Y entre que nos encontramos a eso de las 19 o 20 hasta que mi hija pasó por el bar a buscarme (cerca de las 23) y nos fuimos los tres en un taxi (Albiac accedió a que lo dejara de paso por la Estación Constitución, pero no que lo llevara a donde moraba) muchas palabras fueron y vinieron. Entre los temas tocados estuvo nuestro amor mutuo por la obra de Leopoldo Marechal.
Albiac en sus últimos años |
Carlos bebía el café y fumaba, a la vez y le dije entonces de cuando nos habíamos visto la primera vez: lo evoqué. Y nos reímos juntos. Él había ido a dar una charla a los alumnos del curso de dibujo e historieta de la Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA) en 1979,y yo era uno de esos alumnos. La charla esa vez fue muy interesante, Albiac ya era un hombre ducho en los quehaceres de la historieta y nosotros admirábamos lo que hacía, sobre todo lo referente a “Calico Jack”, pero nos pasamos buena parte de esa charla haciendo caricaturas sobre su persona con mi amigo Horacio Batlle, porque que era notorio que tras una densa nube de humo de sus cigarrillos estaba hablando de pie el escritor Albiac. La nube parecía estancada sobre él como niebla del Támesis o como esas nubecitas que estacionan entre picos helados montañosos. Carlos, inmutable seguía hablándonos de la secuencia, del plano, de la importancia de tener una buena historia antes de saber cómo encararla, etc. Ahora no, pero hace poco buscando otra cosa aparecieron algunas de esas caricaturas. La charla continuó saborando un par más de cafés que le invité, y a los que él accedió algo reticente, pero insistí. Yo sabía por Muñoz que Carlos no estaba pasando por un buen momento pero no sabía entonces cuán malo era éste. Supongo que Albiac estaba a gusto, charlando. Tal vez no era mérito mío sino una necesidad suya de ser escuchado. O de volver a hablar de “los buenos viejos tiempos”, lamentablemente pasados. Digo que estaría a gusto ya que las horas pasaron rápido. Y entre que nos encontramos a eso de las 19 o 20 hasta que mi hija pasó por el bar a buscarme (cerca de las 23) y nos fuimos los tres en un taxi (Albiac accedió a que lo dejara de paso por la Estación Constitución, pero no que lo llevara a donde moraba) muchas palabras fueron y vinieron. Entre los temas tocados estuvo nuestro amor mutuo por la obra de Leopoldo Marechal.
Yo le recordé que en 1979, en
aquél curso de la ADA, alguien le preguntó que estaba leyendo y que él
contestó:
Carlos Albiac en el año 1979 |
"Últimamente estoy leyendo y más
que nada, estoy descubriendo, porque para mí fue un “descubrimiento” no le
conocía esa veta, que escribiera así, a
Elzie Crisler Segar, el autor de Popeye, un humorista notable, lo estoy leyendo en
las revistas “Blue Jean” donde sale ese personaje hermoso que es “Cepillo”(*),
con su esposa y el profesor Cacúmen, realmente son muy disparatadas las escenas
y los personajes resultan muy graciosos”.
Hablamos también sobre política y
no surgió porque si, sino a raíz de una respuesta que me dio y me resultó
gratamente…inesperada.
Yo: “Carlos, está claro que son
muchos años de escribir y que, tal vez, hiciste de todo como guionista, policial,
romántico, gauchesco, humorístico, para niños, historieta histórica…no sé, de
todo”
Carlos: “Así es, si, bah, uno
trata de escribir. ganarse el mango, porque
era un trabajo también, gratificante pero trabajo”.
Yo: “Por eso, ¿te quedó algo por
escribir?¿Hay algún tema en especial que no hiciste pero que te gustaría
escribir alguna vez?”
Carlos: Sí, sí, claro. Y te lo digo
así, rotundo: me habría encantado poder hacer una historieta sobre el 17 de
octubre de 1945”... "Una historieta sobre el 17 de octubre de 1945, eso querría alguna vez poder hacer"
Yo: Sobre el 17…
Carlos: Sí, ahí hay de todo, está
todo: la gesta, la rebelión popular por el líder, traiciones, amistades, lucha,
amor, odios… ¡Cuánto odio gorila que había entonces, en aquellos años! Sería
una gran historia para contar”.
YO: ¿Y la va a hacer?
Carlos: “No creo, ya no creo que
pueda hacerla, pero quién sabe…”
Yo: “Deduzco que usted es…peronista?”(risas)
Carlos, mirándome sonriente: “Y
qué te parece”
Carlos Albiac, nacido en 1928,
prolífico y original escritor para cine, tv e historieta, falleció unos pocos años
después, en agosto de 2012.
Chau,”Cátulo”, los que apenas te conocimos te admiramos desde siempre por tus historias tan imaginativas como originales.
Chau,”Cátulo”, los que apenas te conocimos te admiramos desde siempre por tus historias tan imaginativas como originales.
Antes de irnos del bar, le pido si me puede dar un autógrafo,y vacila, como diciendo "¿en dónde?" y ahí le señalo una de las servilletas de papel que había garabateado hace rato cuando hablamos de secuencia cine e historieta,y riendo casi,me la firma y es como un saludo...para siempre.
Felipe R. Ávila
(*): Se refiere a la tira "The Five-Fifteen" (1920), que en 1926 cambia su nombre a Sappo y que
en España se conoció como “Cepillo”.