Roberto Bernabó falleció a comienzos de la década del setenta y pareciera ser (si uno recorre notas sobre dibujantes e ilustradores en distintos medios), que el mundo entero se hubiera olvidado de su buen hacer. Pero no es así, por supuesto: cuando los ilustradores mueren quedan muchas veces sus trabajos para devolvernos una cuota de ese artista pleno que eran por entonces.
Digo que era un artista porque Bernabó conmueve aún hoy con sus trabajos. Y porque además de ilustrador era un consumado escultor, entre otras especialidades, con monumentales obras realizadas.
Roberto Bernabó nació en la ciudad de Posadas, Misiones, en el año 1908. A los dos años su familia se muda a Italia y su niñez transcurre entre Génova, Florencia y Roma. Rodeado de tantas obras de arte no será extraño que quiera y consiga ser escultor. En 1922 regresa a nuestro continente, desembarcando primero en Río de Janeiro y dedicándose a la estatuaria, con esculturas que decoran el frente del edificio de la Cámara de Diputados del Brasil. También obtiene la máxima distinción en un certamen internacional para decorar los hoteles Copacabana, Gloria y Palace. Ingresa a Arquitectura pero no completa los estudios. Regresando más tarde a Buenos Aires, comienza a trabajar para agencias de publicidad, lo que le permite viajar continuamente por los países de la región. Mas tarde colabora con los diarios “Noticias Gráficas” y “Crítica”. Los niños de mi generación conocimos sus trabajos para la revista infantil “Anteojito”. Sus esplendorosas ilustraciones generalmente eran publicadas en afiches o láminas para decorar el aula. Recordaran entonces ustedes a Colón desembarcando en América, a la primera junta de Gobierno patrio, a los Congresales reunidos en Tucumán, etc.,etc.
Roberto Bernabó tenía un trazo sutil, con una línea negra que bordeaba las masas coloreadas que eran las que daban el volumen. Su trazo elegante y a la vez preciso dejaba traslucir un amplísimo conocimiento de la figura humana y de cualquier otra figura(animales, edificios, etc.) que encarara: no en vano llevaba en su acervo años de dedicación a la escultura. Las composiciones en el plano guardaban relaciones armónicas, sustentadas en ejes diagonales y/o encerrados en figuras perfectas (círculo, cuadrado y triángulo). Y las figuras siempre estaban en movimiento, pero no alocado sino acorde a la acción que pretendía el dibujante que estos realizaran. Fíjense en los ejemplos adjuntos y verán que los rostros “dicen” siempre algo más, que los personajes están traduciendo una vitalidad incontrolable, que esos dibujos parecen estar respirando. Gracias a la notable artista Martha Barnes, que cultivara la amistad de Roberto Bernabó, es que hoy podemos ver y leer atentamente las páginas de la revista Farol(1) con estas ilustraciones brillantes y el libro de Lipszyc (2) donde se expone su biografía completa hasta ese año, la que recomiendo leer atentamente.
Felipe R. Ávila
(continúa en apunte Nº 3, en breve en este blog)
Referencias:
(1): Revista "Farol", Ediciones ESO S.A. Petrolera Argentina, Volumen 3, Nº3, Marzo de 1960.
(2): Libro "EL DIBUJO a través del temperamento de 150 famosos artistas", de Enrique Lipszyc, año 1965.
(Páginas del libro citado).