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sábado, 25 de mayo de 2013

Lucho Olivera: dibujando de Sumer hasta las estrellas


Hoy cumpliría 70 años Ricardo Luis Olivera Pinsker, nuestro admirado dibujante de historietas a quien todos conocimos simplemente como Lucho Olivera, el de Nippur, el de Gilgamesh, el de Yo,Ciborg por nombrar sólo algunas.Transcribo aquí otra de las 10 notas olvidadas que yo escribí  y que se publicaran en el blog de historietas de Telam en el año 2012 y que hoy no pueden leerse de otra manera que no sea acá.


LUCHO OLIVERA,
                    DIBUJANDO DE SUMER A LAS ESTRELLAS

- I -


El guerrero está allí. Delante de uno, con el cuerpo en tensión, el brazo izquierdo extendido sostiene el escudo de hoplita. El derecho, flexionado y firme, con la gruesa lanza a punto de partir a su destino: acertar un blanco enemigo. El casco cubre hacia atrás el breve cielo, con su penacho de crines coloridas y es en la mirada donde uno adivina al autor, al Lucho Olivera joven. El guerrero en fin, maravilla de la naturaleza, está a punto de cumplir con ese ritual tan antiguo como la misma existencia: el de la muerte. Esta imagen realizada en témperas de colores vivaces aparece sin firma en un número de la revista D'Artagnan, del año 1972. Es una muestra nomás, tan sólo una, del arte vital y sugerente de este artista argentino nacido un 25 de mayo de 1943 en la ciudad de Corrientes, a la que amaba sin olvidos.


- II -


La ilustración era para Lucho Olivera una de las formas de expresión más refinadas. Dibujaba desde pequeño, pero en un momento eso se convirtió en una verdadera profesión. Claro que hubo años de aprendizaje y estudio ("uno no termina nunca de aprender, siempre estoy aprendiendo algo"), decía. Sus maestros fueron Hugo Pratt y Alberto Breccia, nada menos. Maestros de estilos diversos y tan particulares, tan personales. Forjado en esa escuela del hacer, Ricardo Luis "Lucho" Olivera se definía a sí mismo desde siempre pero con énfasis en los últimos años: "Yo soy un trabajador". Soñaba con tener un poco de tiempo para pintar más, tranquilo, para poder expresarse. Pero no lo conseguía con las urgencias de las entregas. Trabajó hasta los últimos días, hasta que las fuerzas se le fueron. Decía: "quisiera poder tener un poco de tiempo para pensar y realizar mejor las historietas. Para plantarlas en la hoja y poder desarrollarlas. Los europeos son muy exigentes, no quieren cualquier cosa. Uno tiene que hacer la tela, el metal, las arrugas, y que parezca eso, y todo eso lleva tiempo. Estas historietas que estoy haciendo me llevan diez, quince días de realización.(Se refería a sus trabajos para Italia). Es un esfuerzo muy grande, no tanto para mi edad como para como estoy. Estoy enfermo". La editorial Columba en esos años dorados de los sesenta y setenta, alternaba números en blanco y negro con otros que traían historietas (dos) a color. Esos se llamaban "Extraordinarios", eran algo más caros y generalmente las historietas a color eran películas adaptadas al género. Las portadas de entonces eran anodinas con fotos de películas, no siempre la mejor foto ni la de la mejor película. Pero había otras tapas y eran esas otras tapas verdaderamente extraordinarias. Eran las realizadas por artistas de la casa. No era el tiempo aún de Alfredo De la María. Las portadas de entonces, eran realizadas por Ricardo Villagrán, el español Fernando Fernández, Juan Dalfiume o Lucho Olivera. Todas ellas brillantes, sugerentes, impecables técnicamente hablando.


- III -

Hablemos de la composición, con estos ejemplos de Lucho: Las tapas de la revista D'artagnan números 254, 291 y 312 por tomar algunos. En todos los casos, una figura principal domina la escena. Otras menores en tamado -aunque no en detalle y precisiones - acompañan y lo rodean. La superposición de imágenes de cada personaje en acción lleva a la sensación de dinamismo que Olivera acentúa con los colores cálidos y las perspectivas en las que ubica a los actores de la página, es decir a cada personaje. Ellos parecen venir decididamente hacia los ojos del lector, nunca están inactivos, en actitudes de quietud. Por el contrario, avanzan. Vemos los ejemplos dados: En la tapa de la revista D'artagnan número 254, el personaje central es su primer gran creación: Nippur de Lagash. Ocupa el centro de la página, con un pie delante del otro: el andar parece decidido. En su mano derecha, las gotas de sangre caen aún desde el hacha que porta. Detrás, el sol. Abrasador, brillando en la piel del sumerio. Que vuelve a aparecer rodeándose a si mismo: manejando una carreta, lanzada al galope, látigo en mano y al frente de un navío, señalando desde la proa el horizonte, en un barco remero realizado con detalles de artesano. 

En la tapa de la revista D'artagnan número 291 Nippur aparece inmóvil, más grande y sonriente que en la otra, en proporción. Lleva un arco y flechas, y la espada sangrante que lo delata en su faz de guerrero. Todo el entorno, sin embargo, es distinto a este personaje, relacionándoseles por el motivo y no por las épocas: todos están batallando, en guerra. Aviones bombardeando, un cowboy con su revolver amartillado y un solitario con arco y flecha a contraluz del sol, tal vez el propio Nippur, a punto de lanzar el dardo. La portada de la revista D'artagnan 312 que acá veremos es tal vez la más creativa en su composición, por lo variada: Una cabeza grande de hombre que apunta al lector, con una pistola de gran calibre; un navegante, tal vez un aventurero, que mientras aferra el timón ríe con la boca abierta y los cabellos al viento; un policía, con casco y chaqueta en último término, atento como mirando de costado al conjunto; un soldado alemán, con una potente lanzagranadas en un plano medio, delante del grupo ya enunciado, contrastando por la blancura del plano con que donde debiera haber color verde, Lucho pone un blanco casi níveo. Y delante de todos, en otra escala, para mostrar que no hay otra relación con el grupo más que la compositiva, una bella mujer joven, de esas que sólo Lucho podía dibujar. Con un estilo bien de la época en que se hizo la ilustración, principios de los setenta. La joven calza botas hasta arriba de las rodillas, "hot pants", va toda vestida de negro, con la abundante cabellera rubia al viento, lanzada hacia el lector manejando una motocicleta, y todo brilla. Un semáforo con un cartel de un solo sentido de calle, completa el cuadro, como un ramillete de flores, las imágenes se abren al gusto y la belleza.


- IV -


La portada del anuario Skorpio N°1, es de 1974. En esta revista con todas producciones del más alto nivel, observamos a una de ellas, la que llamaremos "la historieta principal", con guión de Alfredo Julio Grassi y dibujos de Lucho Olivera. Ella está dedicada a la gente que organizara por entonces la última y gran convención y muestra sobre el humor y la historieta de la Argentina, en la ciudad de Córdoba. La portada, si bien no es exacta en su descripción o apelación al interior, sí es llamativa en la plenitud de las formas expuestas, en el uso acertado del color, en los brillos conseguidos, en los matices sutiles contrastantes. La ilustración muestra a un fornido varón que carga una extraña y "futurista" arma, algo así como se imaginaba por entonces que podría ser un rifle o cañón láser. Un estereotipo de arma del futuro. Detrás, una bella mujer con pocas ropas, como pocos artistas podían realizarla. ¿Qué quiso hacer Lucho aquí, con este trabajo? ¿Es descabellado imaginar que lo suyo no fue una simple ilustración de prototipos estándar (una especie de "canto a la fuerza por sobre la inteligencia") sino que podemos empezar a ver su sutil sentido del humor escondido y subyacente detrás de esos evidentes músculos hipertrofiados, en esas líneas claras y casi sumisas de la mujer detrás del héroe sudoroso, fuerte y artificial? Siempre en el Arte, se ha dicho, es el espectador (aquí el lector), el que proyecta en la obra su pensamiento. Pero el artista guía, lleva de la mano a los sentidos hacia su mundo particular, articulado en pinceladas de colores vibrantes, en una paleta de rojos y morados, altamente contrastados con el fondo oscuro y casi sutil de las estrellas del firmamento. La nave-estructura a lo lejos, bien en el estilo que caracterizara a Lucho Olivera, funciona como referente y equilibrante de los personajes actuantes, en una simetría casi especular, de delicado equilibrio. Por último el contexto: la primavera democrática que se vivía en el momento de su aparición, permitía la multiplicación de revistas, de toda índole, en los kioskos argentinos. Muchas ofertas de historieta nativa se exhibían en ellos por entonces. Y esta tapa se veía, resaltaba y gritaba por ser comprada desde el escaparate. Directo al interés del lector.  
Lucho Olivera trabajó (publicó) por poco mas de 40 años hasta su fallecimiento el 11 de noviembre de 2005. Esta nota intenta analizar una parte de su talento inmenso, desmesurado, como portadista. Intenta recordarlo unos instantes tal vez para que las nuevas generaciones busquen y conozcan sus trabajos. Una apelación nomás a la evocación del Artista, una forma de mantenerlo aún con vida entre todos nosotros.




Felipe Ricardo Avila

9 comentarios:

  1. Es un merito saber ser un buen discipulo de maestros como Brecia y Prat.
    Muy bien logradas la tapas epicas y futuristas.
    Me gustó tu analisis, aunque me parece que la rubia que mencionas no parece sumisa, sino voluntariamente seductora.

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    1. Y si, y la rubia además tiene un aire a Raquel Welch,mas o menos...gracias Demiurgo(¿cuál es tu nombre?) por dejar un mensaje siempre.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. Claro...con respecto a lo de la sumisión, me refería a la posición detrás del héroe, relegada, en un segundo plano, ubicada en un tamaño menor, casi sin ropas,toda una definición (casi)de mujer-objeto, si querés...que se yo...gracias de nuevo.

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  2. Si habré admirado los dibujos de Olivera en las revistas de mis años mozos!

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    1. Oso querido! Gracias por escribir acá.No como otros, que me tienen olvidado en el espacio,pssss!

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  3. Un grande Lucho Olivera. Me parece excelente que no permitas que quede en el olvido su obra.

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