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martes, 20 de marzo de 2012

Turay, hermano de Aventuras, nota 2 de 6


Aviso: este monográfico realizado a principios del siglo XXI será presentado en forma completa en este blog durante seis entregas consecutivas para una mejor y más clara lectura.

 "TURAY, HERMANO DE AVENTURAS
(parte 2 de 6)



                                            2 - 3: DIBUJANTES Y ESCRITORES:



La génesis de Turay estuvo en largas charlas de café entre colegas reunidos en la vieja asociación de Dibujantes de la Argentina (A.D.A.). Los que persistieron, los que finalmente quedaron fueron publicando o estaban a punto de hacerlo. La lista es extensa. Había autores que se afirmaban como Jorge Claudio Morhain, en crecimiento como Euman (el poeta Eugenio Mandrini), y entre los dibujantes Domingo Mandrafina y Macagno, a punto de llegar a su madurez estilística. Más algunos consagrados: Guillermo Saccomanno, Sergio Almendro, entre los guionistas y Ángel Alberto Fernández, Horacio Merel, Juan Dal Fiume y Néstor Olivera entre los dibujantes. Pero hubo más: Jorge Morhaín, un tal Diax y el ya citado Mandrini, que realizó la excelente serie sobre nuestro pasado llamada "Historias de la tierra bárbara"). O el talentoso Carlos Albiac con la bélica "La cantina del soldado desconocido", ya desde su título inscripto en la línea del Ernie Pike oesterheliano. El director de Turay, Enrique Meier, escribía los editoriales además de encargarse de la sección "Astronáutica", la que también ilustraba. Los restantes dibujantes: Pedro Vilar (se encargaba de la sección de humor gráfico), Succhio (seudónimo que escondía a dos dibujantes cuando hacían ciencia ficción), A. Fernández, H. Merel, J. Dal Fiume, Mandrafina, Eduardo Camdepadrós (firmaba como Khato), Gil, Macagno, Marchione

 (coloreaba), Jordán (coloreaba), Néstor olivera, entre otros. Por el cierre abrupto de la revista quedaron sin publicar: Frank Szilagyi, Alberto Contreras, Claudia Zoppi, Nulchis, Jordán y Álvarez Gutierrez.







3) ANÁLISIS DE LA PUBLICACIÓN:



                                3-1: COMPOSICIÓN DE LA REVISTA:



 Turay fue como se dijo, una revista de historietas, pero que además incluía secciones fijas. Desglosada en cinco principales, la enumeración de las  mismas es la siguiente:



 1) Editorial

 2) Historietas: 2-A: Series; 2-B: Unitarios.

 3) Cuentos

 4) Notas

 5) Cartoons

 6) Publicidad



 Como cualquier publicación constaba además de una portada, realizada con dibujos extraídos de la historieta principal o destacada, a excepción del primer número que fue realizado por Enrique Meier ( Ver punto 3-3). El análisis detallado de cada una de las partes componentes de la revista puede leerse en: 3-5).



                                 3- 2: FORMATO:



Tanto la portada como el formato apaisado (14 x 22,5 cm.) fueron impuestos por la editorial, según refiere el director de Turay en el citado reportaje. Si bien hubo libertades creativas,(ver 2-2), la empresa asociada a la cooperativa les fue imponiendo condiciones, algunas de ellas derivadas de problemas insolubles  como el aprovechamiento del pliego de papel. Esto es: - traducido libremente - Turay se imprimía a la vez que otras revistas de la editorial, en el espacio que quedaba y eso achicaba muchísimo los costos de impresión. Lo que en si no está ni bien ni mal, sólo que les limitaba la posibilidad - nada menos - de mostrarse en un formato vertical, más amplio.
Y en cuanto al papel, se aprovechaban rezagos de papeles de otras publicaciones de la empresa para imprimir Turay. Esta condición fue aparentemente la que llevó a Turay a tener ese tamaño y formato a todas luces anacrónico. Porque era semejante a las legendarias "Hora Cero" y "Frontera", pero veinte años después, emergiendo en un momento y época en que sólo las revistas humorísticas presentaban ese formato apaisado, de lectura horizontal. Por casos: "Patoruzito", "Isidoro", "Piturro", y otras dedicadas decididamente a un público infantil.  Había entonces, por imposición, un despropósito entre lo que Turay connotaba desde su morfología, con los temas y el tratamiento dado, dirigido a un público juvenil en principio, y al adulto que lee historietas después. Esto no restaba, desde luego, calidad a la revista, pero seguramente alejó a gran parte de esa masa de consumidores de historietas no-niños, que no la llegaron a comprar y por ende, a conocer. Recuérdese que la mayoría de los autores y dibujantes de Turay publicaban simultáneamente en las editoriales tradicionales, aunque con otra propuesta. Sólo la naciente Skorpio llegaba al igual que Turay sin restricciones aparentes. Hoy en día, si se decide instalar en el mercado una nueva revista de historietas hay que tener muy en cuenta además de las notas y del material historietístico, la gráfica interna de la revista. Y, sobre manera, la de la portada. Esto resulta fundamental en un mercado empequeñecido como es el nuestro, donde la gráfica de tapa debe atraer al posible comprador en esa franja de público a la que pretendidamente va dirigida. Entonces: a la calidad habitual en el mercado, una portada pero también el formato, envase de esas ideas para colaborar en la difusión.



                                 3-3) PORTADA. RETIRACIONES Y CONTRATAPA.

                             CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA PUBLICACIÓN.



Dejando de lado la calidad, el mismo formato connotaba significados muy distintos a su interior, como queda expresado en el punto anterior. Pero esto no implica que la revista no fuera visible en los kioskos para su venta, todo lo contrario. Lo que ocurrió posiblemente fue que en su mayoría, no llegó al público para el que estaba pensado y destinado. Pero la revista era visible entre el caos de títulos que habitualmente es un puesto de venta de diarios y revistas. La tapa de "Turay", vendía. Sobre todo la primera.

Para llegar a poner ese primer número a la venta, fueron rechazados por la empresa editora hasta doce tapas, según declarara oportunamente su director. La portada de ese primer ejemplar, finalmente, mostraba a tres astronautas en un planeta de horizonte con cielo de naranjas y rojos encendidos, en actitud espectante, con su presunta nave o un extraño artefacto cerca de ellos, por detrás. Esta primera tapa ampliada a doble paño, constituía básicamente la imagen con la que se diseñó el afiche de promoción con que en  su momento se empapeló Buenos Aires. Yo era un adolescente entonces, vi el afiche pegado por todas partes y corrí al primer kiosko que encontré a ver de qué se trataba. Esa portada del primer número llamaba la atención e invitaba a conocer la publicación. Pero en esa escala proporcional, las críticas u objeciones al formato vertidas en el punto anterior se ratifican: el afiche invitaba a comprar algo nuevo en historietas, con autores  nacionales, pero sin referencias al comprador de lo que realmente iba a conseguir: pasar de aquellos grandísimos dibujos (en todo sentido), a esa revista pequeñita, como "las de chistes", para chicos, "una revistita". Efecto realmente contraproducente, similar al de cualquier otro producto que podamos adquirir, pues al margen de sus características artísticas, una publicación es en si misma un producto comercial. Y la comunicación debe darse "sin ruidos", para llegar al lector. Esos ignotos publicistas utilizaron la seducción para atraer al lector. Hicieron un gran afiche. Pero al fin, hicieron lo peor de lo que se nos enseña: "la seducción es la promesa de lo que no se va a cumplir, de lo que no has de conseguir". Y que actúa al inverso de la tentación, donde uno tiene la capacidad y probabilidad de tomar y aprehender al producto. Turay tenía condiciones como para haberse hecho de una franja importante del consumidor habitual de revistas de historietas. Además de la habitualidad de historietas y/o chistes, Turay tenía agregaba una serie de notas, cuentos e información sobre los autores, lo que la hacía más atractiva, e invitaba a una segunda lectura. Tanto la portada como las retiraciones y contratapa estaban impresos a cuatro colores. El pliego central, que abarcaba toda una historieta, también era en colores, llegando a tener dieciséis páginas. El foliado de la revista llevaba el número de páginas a ochenta y dos, partiendo de la numeración "3" para la portadilla, la primera que veía el lector al abrir la revista. En esta página tercera, el diagramador había partido el espacio en tres: un bloque inferior al pie de la página que contenía los datos de la publicación: editora, director responsable, domicilio, distribuidores; lo usual. En ese mismo bloque estaba ubicado a la izquierda el logotipo de la revista. En los dos bloques mayores, resultantes de la partición vertical del resto de la caja, el lector encontraba el índice de cada número con títulos y autores (novedad: las revistas de Columba indicaban en el índice sólo al guionista; Skorpio y Turay darían cabida también al dibujante), y el bloque izquierdo presentaba el editorial, firmado sencillamente por "el director". A continuación, a vuelta de página invariablemente comenzaban las historietas en blanco y negro, salvo el pliego color ya descripto, intercalándoles a las historietas por cada número entre dos y tres páginas destinadas a un cuento (uno distinto por ejemplar), de Eugenio Mandrini. Más una página con el título genérico de "astronáutica", de divulgación, con dibujos de Enrique Meier, quien cumplía realizándola, además de con su rol de director. La portada del primer número también le pertenece, por lo  menos en cuanto a la realización final.

 El humor corrió por cuenta del experimentado Vilar, con una serie de chistes  o cartoons. Siempre antes de la historieta a colores estaba la sección: "Quién es quién", donde se daba a conocer al lector una reseña curricular de los dibujantes de esa historieta central. La primera portada fue realizada especialmente, en cambio las tres restantes fueron hechas y armadas extrayendo dibujos del interior, coloreados a la acuarela posteriormente. La portada del Nº 3 fue armada con dibujos de Horacio Merel de la historieta "Historias de la Tierra Bárbara", con guión de Euman. En tanto que para las tapas Nº 2 y Nº4 se uso imágenes del personaje que se perfilaba como el que identificaría a Turay, el de más "gancho" para con los lectores: "John Juan", de Mandrini, con excelentes dibujos de Gianni Dal Fiume. Y era ese personaje que siempre caracteriza a una revista no por los lugares que recorría (era un Cow-boy) sino por los valores propios, con los que cualquier lector podía identificarse: amistad, lealtad, posibilidad de equivocarse, carácter... personaje en la huella de lo mejor de Oesterheld. Estos ideales lo son en cuanto al presunto lector, de una así englobada caracterización de un sector del público, al que podríamos llamar juvenil. Como cualquier generalización está en su génesis el error, pero se hace necesaria para cualquier descripción. Podríamos decir, por ejemplo, que un alto porcentaje de la juventud argentina de entonces estaba altamente politizada, y sensible y atenta a los cambios que se daban en el mundo. Una interesante cantidad de publicaciones de carácter político, incluidas las revistas humorísticas, satisfacían algunas de estas necesidades. Pero existen otras: a la teoría, la necesidad de la acción como contraparte. Y por qué no, también la evasión. La posibilidad de vivir una y mil historias en contacto con la letra impresa, con el olor del papel. Potenciando la imaginación. Antes, como ahora, las revistas de historietas han cumplido con tres premisas: 
1) ser expresión de distintos autores en los dos últimos siglos, en ocasiones dándole al lector obras de verdadero valor artístico
2) ser un producto comercial, para su continuidad como medio (auto - subsistencia a partir de la venta de publicidad inserta en sus páginas y posteriormente por la venta de ejemplares)
3) ser un medio de evasión o escape para la imaginación del lector, que encuentra un canal por donde fluir tanto en épocas de paz como (potenciado) en la guerra, donde se ven claramente las posibilidades de propaganda de ideas que la historieta - como cualquier medio de expresión, producto comercial y de evasión -conlleva. 
En definitiva, y al margen de otra posibles características menores tipificables, la historieta y más precisamente las revistas de historietas,  son un producto claro de la cultura del siglo XX. En la década del´70 en que aparece Turay, uno de los modelos a seguir era el de la Patria Grande, o una sola nación latinoamericana (algo a lo que Rebrote, treinta años después todavía adhiere, como posibilidad a concretar). Una Nación que englobe las distintas culturas del continente. Los libros, más tarde las revistas, el cine, la televisión, han servido para difundir ideas. La revalorización de lo propio, (inserto en el momento de la aparición de Turay en un empobrecido subcontinente latinoamericano), actúa aún hoy como motor de proyectos historietísticos tan absolutamente necesarios como escasos. Turay

privilegió lo hispanoamericano, ya desde su título: "Turay", voz quechua que significa  hermano. Nombre asociado con la leyenda del norte argentino, la del "Kakuy", con dos hermanos amantes que se distancian;  y ella le llama eternamente, buscándole: "Kakuy, Turay, turay... (hermano, hemano).
Fue Jorge Claudio Morhain el que acercó este nombre al director y al grupo creativo inicial, y "Turay" fue elegido como título de la nueva publicación. Turay, título bien nuestro, por etimología, insólito en una publicación argentina, pero que denotaba por si mismo una postura, Turay privilegió además la revisión de temas históricos, el "descubrimiento" de América, la traición del conquistador español sobre el Inca, en su afán de riquezas; la guerra de fronteras contra el indio, la vida en el desierto con el indio, etc. Hubo lugar para el género negro y en esto, pero sobre todo en una serie titulada "La cantina del soldado desconocido", de Carlos Albiac y Néstor Olivera, una afirmación de temáticas y personajes no estereotipados, con claros antecedentes en la casi olvidada revista “TOP!”, y, más atrás en el tiempo, en los guiones que escribiera Héctor Germán Oesterheld desde la mítica editorial Frontera hasta su desaparición allá por abril de 1977. 
 

Felipe Ricardo Ávila


BIBLIOGRAFÍA:
Guillermo Saccomanno y Carlos Trillo: "Historia de la historieta argentina",
Ediciones Record, Bs. As., 1980.
Entrevista a Enrique Meier, en revista "Perspectiva, de y para los Dibujantes, Nº 2, Editorial Perspectiva, Mayo 1982.
Colección particular de revista Turay, hermano de aventuras.


Próxima nota (23/03/12): Turay, hermano de aventuras (Parte 3, de 6)


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